EL JUGADOR - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 103

El jugador - Fedor Dostoiewski Pero en la glorieta, a la entrada de la avenida, salió a nuestro encuentro toda nuestra pandilla: el general, Des Grieux y mlle. Blanche con su madre. Polina Aleksandrovna no estaba con ellos, ni tampoco mister Astley. -¡Bueno, bueno, bueno! ¡No hay que detenerse! -gritó la abuela-. Pero ¿qué queréis? ¡No tengo tiempo que perder con vosotros ahora! Yo iba detrás. Des Grieux se me acercó. -Ha perdido todo lo que había ganado antes, y encima doce mil gulden de su propio dinero. Ahora vamos a cambiar unos certificados del cinco por ciento -le dije rápidamente por lo bajo. Des Grieux dio una patada en el suelo y corrió a informar al general. Nosotros continuamos nuestro camino con la abuela. -¡Deténgala, deténgala! -me susurró el general con frenesí. -¡A ver quién es el guapo que la detiene! -le contesté también con un susurro. -¡Tía! -dijo el general acercándose-, tía... casualmente ahora mismo... ahora mismo... -le temblaba la voz y se le quebrabaíbamos a alquilar caballos para ir de excursión al campo... Una vista espléndida... una cúspide... veníamos a invitarla a usted. -¡Quítate allá con tu cúspide! -le dijo con enojo la abuela, indicándole con un gesto que se apartara. -Allí hay árboles... tomaremos el té... -prosiguió el general, presa de la mayor desesperación. -Nous boirons du lait, sur l'herbe fraîche -agregó Des Grieux con vivacidad brutal. Du laít, de I'herbe fraiche -esto es lo que un burgués de París considera como lo más idílico; en esto consiste, como es sabido, su visión de «la nature et la vérité». -¡Y tú también, quítate allá con tu leche! ¡Bébetela tú mismo, que a mí me da dolor de vientre. ¿Y por qué me importunáis? -gritó la abuela-. He dicho que no tengo tiempo que perder. -¡Hemos llegado, abuela! -dije-. Es aquí. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 103