EL HIJO DEL VIENTO El Hijo del Viento - Henning Mankell | Page 89
Padre abrió la puerta.
—La has golpeado demasiado fuerte —sentenció antes de mostrarle a Daniel
cómo debía proceder.
—Ha de sonar como un tamborileo decidido. No como el picoteo de un
pájaro.
Padre cerró la puerta. Daniel vio una vez más el antílope y llamó. Padre
respondió. Daniel abrió, entró en la habitación y cerró la puerta tras de sí.
—Esta vez te has olvidado de la inclinación —observó Padre.
Siguieron practicando a diario. Cuando Padre se dedicaba a sus insectos,
Daniel se entretenía con los animales. La mujer encorvada nunca le dirigía la
palabra, pero lo dejaba alimentar a los animales, limpiar el caballo y encerrar a
las gallinas por la tarde.
Durante aquella época, Daniel pensó a menudo en lo desierto que estaba
aquello. Aparte del hombre llamado Padre y de la mujer jorobada, jamás veía
por allí a otras personas. Comprendió que la gente que habitaba aquel país vivía
en familias de escaso número de miembros, pero que sus desiertos boscosos eran
de unas proporciones inimaginables. Detrás de la casa había una colina desde la
que él solía escuchar el viento. Por todas partes se extendía aquel bosque que no
parecía conocer fin. Intentó percibir algún ruido que le resultase familiar. El
viento que atravesaba las copas de los árboles emitía un sonido distinto al del
desierto. Un solo árbol encontró que susurraba igual que la arena arrastrada sobre
las rocas. En una ocasión le pidió a Padre que le enseñase el nombre de aquel
árbol, así se enteró de que se llamaba « Álamo» . Y decidió que lo honraría. En
efecto, todos los días acudía a su lado y orinaba junto al tronco. Pero ese fue el
único sonido familiar. Incluso la lluvia, que se prodigaba en aquel país, sonaba de
un modo diferente. Escuchó el canto de los pájaros que atisbaba entre los árboles,
pero ninguno se asemejaba a los que había oído con anterioridad. Pensó que sus
oídos serían demasiado jóvenes para percibir aquellos sonidos familiares que,
pese a todo, debían de existir allí también. El de los t