EL HIJO DEL VIENTO El Hijo del Viento - Henning Mankell | Page 59

que el niño se negaba a aprender las palabras, sencillamente. Ante aquella negativa, no tenía ningún arma. Cuando llegaron a Le Havre, una nublada mañana de primeros de agosto, Bengler sintió que una gran desazón empezaba a crecer en su interior. ¿Por qué demonios se había dejado dominar por el impulso de arrastrar al niño consigo? Al principio temía que el niño se arrojase por la borda; ahora tenía miedo de querer arrojarlo él mismo. Lo último que vio cuando bajó a tierra fue al marinero noruego, que le guiñaba un ojo con una mirada fría como la niebla. A mediados de agosto, Bengler y Daniel subieron a bordo de un vapor que transportaba carbón y que se dirigía a Simrishamn. Les permitieron viajar a bordo a cambio de que Bengler realizase todo tipo de tareas en la embarcación, que estaba descuidada y olía muy mal. Durante todo el viaje temió que no llegasen nunca a su destino. El 2 de septiembre, el vapor atracó en Simrishamn. Bengler llevaba fuera de Suecia menos de un año y medio. Cuando bajó a tierra, sintió que Daniel compartía su miedo. Y esto los acercó un poco más.