EL HIJO DEL VIENTO El Hijo del Viento - Henning Mankell | Page 134

18 Tan pronto como estuvieron en tierra, en el muelle mismo, bajo los graznidos de las gaviotas, estalló la discusión entre Wickberg y Padre. Wickberg desenrolló el cartel y a impreso y Padre se puso de mal humor. No solo representaba una amenazadora serpiente de lengua bífida, sino además a Daniel como un malvado salvaje de largos colmillos. —No puedo aprobarlo —gritaba Padre—. Contraviene todo lo acordado. Wickberg parecía preparado para la reacción de Padre. —Pero atraerá al público. Y si acude mucho público, tú recibirás un porcentaje. Así lo tenemos acordado. Si no viene gente, iremos todos a la quiebra. —Esto no es una compañía. Es una gira de conferencias con un contenido serio. —¿Y qué importa el contenido si no va gente? En cuanto lleguen, olvidarán la serpiente. Cuando vean al niño, sus corazones se ablandarán. No verán a un salvaje, sino a un pobre esclavo negro asustado. Padre se sobresaltó como si Wickberg le hubiese clavado un alfiler. —¿Un esclavo negro? Wickberg lo llevó aparte, pues la gente del muelle empezaba a mostrar más interés por la airada conversación que por Daniel. —Has pasado fuera mucho tiempo, Hans Bengler. En este país retrasado, los negros o son salvajes o son esclavos. O se los ve guisando misioneros, o encadenados. Si quieres cambiar esa imagen, tendrás que conseguir que vengan a tu conferencia. Daniel comprendió que hablaban de él, pero a él le interesaba más la mujer, que seguía escondida tras la pila de leña. Habría querido salir corriendo y agarrarse a una de sus finas manos, pero comprendía que ella estaba donde estaba porque no quería que la vieran. Wickberg volvió a enrollar el cartel. —Llegado el momento, comprenderás que tengo razón —observó lanzando