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El Güegüence como manifestación Lúdica Sincrética
2. Como demostración de la capacidad pecuniaria que permite una vida de ociosidad”.3
La vida ociosa pasa a convertirse
en un indicar de la elevada
posición, y por lo mismo en un
medio de conseguir respeto social
que la misma conlleva. Aparece,
en consecuencia, un tiempo
improductivo, valioso en tanto es
una prueba convencional pero
directa de riqueza y de poder,
esto significa que lo esencial es
gastar el tiempo en exhibir el ocio.
El ocio es pues, en este momento
histórico, es fundamentalmente un ocio ostensible que por serlo, comprende incluso el
ocio vivido en privado porque para poner a éste de manifiesto hay que exteriorizarlo.
Ahora bien, tal exhibición exige un consumo, un consumo que es a su vez ostentoso. A
tal extremo que incluye no sólo el consumir, sino saber consumir, porque ese saber es,
a su vez, demostrativo de un gasto de tiempo de ocioso, del mismo modo que los
buenos modales revelan la cantidad de tiempo pasado en adquirirlos.
En resumen, lo importante es que en el empleo de un tiempo de ocio se va
convirtiendo en un signo exterior de nobleza cada vez más contrapuesto al servil tiempo
de trabajo, señal inconfundible de sumisión e indignidad.4 Esto facilita la distribución
vertical del tiempo social, paralela al sistema establecido de estratificación, en un
proceso diferenciador cada vez más acusado y que llega hasta la gratuidad.
El ocio caballeresco que había surgido originalmente como un medio, evoluciona
contradictoriamente. Sin dejar de ser tal medio pasa a adquirir un valor en si mismo. El
ocio ostensible es sustituido por una ostentación progresivamente consuntiva a través
de comportamientos excesivos. Es la aparición y posterior invasión del lujo, fuente del
placer y mostrativo al límit RFRFRV