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El Güegüence como manifestación Lúdica Sincrética
EL OCIO A FINALES DE LA EDAD MEDIA Y EL RENACIMIENTO
Marco Teórico
El estudio del tiempo libre no escapa a los principios del materialismo histórico, de esta
manera el contenido del ocio de los pueblos no será sino un reflejo de los modos de
producción existentes.
El comportamiento de los estratos superiores de la época caballeresca y en ciertos
aspectos del dolce far niente de la Edad Media y comienzo de del Renacimiento
aparece otro sentido del ocio. Junto al ocio popular, que continua al igual que en el
tiempo de los griegos y romanos un tiempo de descanso y de fiesta, organizado y
controlado por los dos grandes poderes de la época, es decir por la Iglesia y por los
Señores Feudales, el Ocio Caballeresco, al igual que el otiun romano, está constituido
por la diversión, pero a diferencia de éste último, es, sobre todo, una conducta dirigida a
formas de exhibición social. Y como la skholé se opone al trabajo (productivo), llegando
a ser en sus formas tardías, un fin en sí mismo.
“La última parte de la Edad Media, es uno de los periodos terminales, en que la vida
cultural de los altos círculos sociales se ha convertido casi íntegramente en un juego de
sociedad”.1
Si bien es cierto no se trata de tan
sólo de un mero “juego social”. Bajo
su amparo florece una clase ociosa,
como la llama Veblen en un análisis
de la misma, la cual encuentra su
máximo desarrollo en los estadios
superiores de la cultura bárbara de la
Europa de aquellas épocas y en el
Japón feudal.2
El tipo de ocio que surge está inspirado en un espíritu lúdico clasista. Consiste en la
abstención del trabajo y a diferencia de Grecia en la dedicación plena de las actividades
libremente elegidas tales como la guerra, la política, el deporte, la ciencia o la religión.
La dedicación a las mismas llega a considerarse honrosa y en consecuencia es una
condición previa para disfrutar del decoro social. Así entendido el ocio “no comporta
indolencia o quietud, significa pasar el tiempo sin hacer nada productivo:
1. Por un sentido de la indignidad del trabajo productivo, y
1
Huizinga, 1924, 36, Veblen, 1899. Según Herskovits (1948, 319 y sigs) en algunas sociedades primitivas, el ocio
social presenta ya un importante carácter exhibitorio.
2
ibid
Lic. Francisco M. Zamorano Casal