El Gúegüence El Gueguence como manifestación lúdica sincrética | Page 30
El Güegüence como manifestación Lúdica Sincrética
Vértigo (alea-ilinx); Simulacro-vértigo (mimicry-ilinx).
En ese universo, el agon y el alea ocupan el terreno de la regla. Sin regla, no hay ni
competencias ni juegos de azar. En el otro polo, la mimicry y el ilinx. también suponen
un mundo desordenado en que el jugador improvisa constantemente, fiándose en una
fantasía desbordante o en una inspiración soberana y ni una ni otra reconocen ningún
código. Hace un momento, el jugador recurría en el agon a su voluntad, mientras que
renunciaba a ella en el alea. Ahora, la mimicry supone por parte de quien se entrega a
ella la conciencia del fingimiento y del simulacro, mientras que lo propio del vértigo y del
éxtasis es abolir toda conciencia.
En otras palabras, con la simulación se observa una especie de desdoblamiento de la
conciencia del actor entre su propia persona y el papel que representa; en cambio, con
el vértigo hay desconcierto y pánico, si no es que eclipse absoluto de la conciencia.
Mas por el hecho de que, de suyo, el simulacro sea generador de vértigo y el
desdoblamiento fuente de pánico se crea una situación fatal. Fingir que se es otro
enajena y transporta. Llevar una máscara embriaga y libera. De suerte que, en ese
terreno peligroso donde la percepción se trastorna, la conjunción de la máscara y del
trance resulta de lo más temible. Provoca tales accesos, alianzas tales paroxismos que
el mundo real resulta (aniquilado pasajeramente en la conciencia alucinada del poseído
Las combinaciones del alea y del agon son un libre juego de la voluntad a partir de la
satisfacción que se siente al vencer una dificultad concebida de manera arbitraria y
aceptada por voluntad propia. La alianza de la mimicry y del ilinx da lugar a un
desencadenamiento irremisible y total que, en sus formas más claras, aparece como lo
contrario del juego, es decir como una metamorfosis indecible de las condiciones de la
vida: por carecer de orientación imaginable, la epilepsia provocada de ese modo parece
imponerse por tan amplio margen en autoridad, en valor y en intensidad al mundo real
como el mundo real se impone a las actividades formales y jurídicas, protegidas de antemano, que constituyen los juegos sometidos a las reglas complementarias del agon y
del alea y que están, por su parte, enteramente orientados. La alianza del simulacro y
del vértigo es tan fuerte y tan irremediable que pertenece naturalmente a la esfera de lo
sagrado y tal vez constituya uno de los resortes principales de la mezcla de horror y de
fascinación que lo determina.
La virtud de ese sortilegio me parece invencible, al grado de que no me asombra que el
hombre haya necesitado milenios para librarse de! espejismo. Algo se gana
alcanzando lo que comúnmente se llama civilización.
En el universo caótico del simulacro y del vértigo, se puede comprobar una polaridad
idéntica. La mimicry consiste en representar deliberadamente a un personaje, lo
que con facilidad se constituye en obra de arte, de cálculo, de astucia.
¿No es así como sucede con los personajes de la obra del Güegüence?
Lic. Francisco M. Zamorano Casal