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El Güegüence como manifestación Lúdica Sincrética
El culto a los santos patrones consiguió un papel especial en el mantenimiento de la
integridad interna de las comunidades. El santo patrón, nombrado por los misioneros,
se convirtió en un símbolo de la identidad comunitaria y su culto definió las fronteras de
la comunidad y los roles social de los miembros.
Desde finales del siglo XVI, el mantenimiento del culto a los santos se dio a las
cofradías religiosas. La participación en las cofradías con sus responsabilidades
financieras fue apreciada y era oficio que dio a los participantes prestigio social. Las
cofradías y otros cargos religiosos modificaron las estructuras económicas y sociales de
las comunidades. A pesar de las intenciones religiosas y económicas del clero, las
cofradías se transformaron en instituciones relativamente independientes, que
contribuyeron a un desarrollo autónomo del culto a los santos indígenas.
Los misioneros sustituyeron las fiestas dedicadas a los dioses precolombinos por las
fiestas católicas. Especialmente las fiestas de los santos patrones se convirtieron en
eventos religiosos y sociales muy importantes para las comunidades indígenas. Por una
parte, eran una expresión de la relación recíproca entre la comunidad y su santo. Por
otra, la concentración para las fiestas fortalecía la identidad y la integridad comunitaria
de la población que vivía dispersa en parajes pequeños.
Las oraciones, los rituales y las ofrendas dedicadas a los santos tenían un carácter más
precolombino que católico. La intención de los rituales era el aplacamiento de los
santos, los seres sobrenaturales caprichosos que aseguraban el bienestar del individuo
y de la comunidad. En esta relación recíproca, el bienestar de la comunidad estaba
íntimamente ligado al bienestar del santo.
Hugo G. Nutini basa su teoría del sincretismo en el material histórico y etnográfico
recogido en el área del Valle de México. Nutini propone una hipótesis según la cual en
toda el área de Mesoamérica la evangelización de los indígenas tuvo lugar en la línea
del sincretismo dirigido y bajo el control de los misioneros de la iglesia católica.
En el Valle de México la cristianización de los indígenas avanzó rápidamente y la teoría
de Nutini explica sobre todo este proceso. Según Nutini, en la tercera y última fase del
proceso de sincretismo los santos habían recibido un carácter esencialmente católico.
En esta fase los indígenas ya no distinguían los elementos precolombinos de los
elementos cristianos. La contradicción abierta entre las religiones había desaparecido y
los indígenas se consideraron católicos.
El material proveniente del área maya revela que la hipótesis de Nutini explica sólo
parcialmente el desarrollo del culto a los santos entre los mayas. Primero, es evidente
que entre los mayas la cristianización avanzó mucho más lentamente que en el área de
los aztecas. Hasta cierto punto, los mayas aceptaron el cristianismo e incorporaron los
santos católicos a su sistema religioso.
Sin embargo, entre los mayas hubo intenciones más claras de rechazar o interpretar el
catolicismo desde la perspectiva de su religión antigua. El culto maya a los santos se
desarrolló más espontáneamente y con menos control por parte de los misioneros. En
Lic. Francisco M. Zamorano Casal