CAMELLO, LEÓN, NIÑO Y TAMBIÉN EL DRAGÓN
Friedrich Nietzsche, en su libro Así Habló Zaratustra, habla de tres transformaciones del espíritu humano, estas son evidentes desde el inicio del texto, “tres transformaciones del espíritu os menciono: como el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fil, en niño” (Nietzsche, 2004, p.41).
Antes de hablar de cada uno de estos tres estadios, quisiera referirme a un ser que menciona Zaratustra, el cual remonta a un significado que contiene una gran crítica, “el dragón”; Nietzsche (2004), en su obra señala, “¿quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? “Tú debes” se llama el gran dragón” (p.43), vemos que utiliza como metáfora un animal descomunal de la mitología, una bestia a la que muchos temen y la compara solo con dos palabras “Tú debes”, pero qué significante tan fuerte pueden tener esas dos palabras para hacer dicha comparación. “Tú debes”, una orden, una obligación, una imposición, pero quién la impone, Nietzsche a través de Zaratustra toma el momento para realizar su habitual crítica a la moral tradicional y sus valores, especialmente a la moral cristiana, que sume en la humillación al ser humano, un estado de mansedumbre, de sumisión, es ese el dragón, la moral cristiana, es ella la que dicta el “Tú debes”.
Entendido lo anterior, las tres transformaciones toman un mayor significante; de esta forma el camello, es el espíritu sumiso que carga las cosas más pesadas, el espíritu dominado por el gran dragón, atormentado por el “Tú debes” y lo que este impone, este gran dragón y sus valores milenarios quiere que todos sea camellos, que ningún espíritu transmute, el dragón quiere a todos llevando una pesada carga, domesticados, en el desierto bajo un sol que es capaz de rasgar las piedras, lejos del agua, cargando y suplicando piedad del amo.
Pero a pesar de la metáfora anterior, Nietzsche no hace una condena, permite en el discurso de Zaratustra que se sepa que hay esperanza, posibilidad en el desierto, y grita que se puede pasar de camello a león, un salvaje, un animal libre, cazador, dotados de dientes y garras imponente, el espíritu que quiere conquistar su libertad y al ser un león es capaz de eso, de devorar a su enemigo, al dragón, al dios que domesticó el camello; y qué puede hacer ese león, Nietzsche lo dice sin censurarse, crearse su libertad y ello es necesario para crear nuevos valores, como el artista que precisa
EMIL GERSAIN MASSEY
Estudiante de Licenciatura en filosofía, UNAD.