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ciudad de igual nombre en Granada, España. Cuando la localidad se empezó a expandir, el número de indígenas y mestizos creció hasta ser el 44 por ciento de la población. Después de la época colonial, la localidad era económicamente muy activa, había panaderías, curtiembres, carnicerías, artesanos y obreros. Además, era un lugar estratégico por ser la salida al norte, así que se volvió un paso obligado. Sin duda, Santa Fe es una ciudad que ha visto el paso del tiempo como ninguna otra.

Sumapaz

El lugar estaba habitado por dos grupos indígenas: los sutagaos y los muiscas. Sumapaz era un lugar de importancia espiritual por sus páramos y lagunas, donde era común que hicieran ceremonias religiosas. Con la colonización, Nicolás de Federmann llegó a la zona buscando oro y las crónicas de la conquista cuentan que muchos de sus soldados murieron por el frío. A Sumapaz lo llamaban el “País de la Niebla”. Antes de la Independencia, se fundaron los municipios de Pandi, Tibacuy y Fusagasugá, todos estos bajo el nombre de Hacienda Sumapaz, que se extendía desde Nazareth hasta Usme. La Hacienda tenía más de 2000 hectáreas y fue testigo de enfrentamientos entre colonos y arrendatarios.

Teusaquillo

Era un pueblo indígena que tenía el nombre de Teusacá, que quiere decir “cercado prestado”. Teusacá era una laguna que quedaba donde hoy están los barrios Nicolas de Federmann, El Campín y Pablo VI. Esta laguna era el sitio de descanso del Zipa de Bacatá. Durante la colonia, Teusaquillo no tuvo mucha importancia más allá de ser un espacio para la agricultura.

Usaquén

Se dice que los primeros pobladores de la Sabana llegaron a Usaquén y fueron desplazados por los Muiscas antes de la llegada de los españoles. Existen muchas historias alrededor del origen y del nombre de la localidad: se dice que significa lodazal, pero también que significa Usaqué o “debajo del palo”, que era una práctica común donde los caciques con el título de “Usaque” vivían en casas sostenidas por bases de cuerpo virginales, es decir que ponían a mujeres virgenes debajo de los cimientos. Un último mito dice que el nombre viene de la princesa Usaca, que significa “Tierra del Sol”, porque la princesa huyó de los soldados del adelantado Gonzalo Jimenez de Quesada hasta llegar a las tierras donde hoy queda Usaquén. Un día, el Capitán español Juan María Cortés llegó a esas tierras y se enamoró de Usaca, la conquistó y se quedaron felices en la tierra del sol. Usaquén, que fue primero resguardo indígena y luego un pueblo alejado de Bogotá conocido por la ganadería y las grandes haciendas (como la de Santa Bárbara o el Cedro) de las élites, comenzó a ser parte de la ciudad en 1950.

Usme

La historia de la localidad se remonta a los Muiscas, que la frecuentaban por sus lagunas y cuerpos de agua que consideraban sagrados. Algunas versiones dicen que era el hogar de Usminia, una hija del jefe indígena Saguanmachica, que gobernaba la tribu de los Sutagaos. Otras historias dicen que los españoles iban a enamorar indígenas al territorio de Usme, que significa “nido de amor”. Más adelante, en 1650 los españoles fundan la Iglesia de San Pedro de Usme, para esparcir la religión entre los pobladores. La zona era mayoritariamente rural y estaba caracterizada por grandes haciendas donde se cultivaba papa, trigo, arvejas y habas. Durante el gobierno del General Rojas Pinilla (1953 – 1957), Usme se anexó como parte de Bogotá.

Adaptado por: Jose Alejandro Escobar

Escrito Original: Mar Rodríguez