El Dromedario Marzo | 页面 17

espeluznante. El personaje de Lauda suele decir: “Cada vez que entro a mi auto, acepto que hay una probabilidad del veinte por ciento de morir. ¿Qué tipo de persona quiere un trabajo así? Cada año, dos pilotos fallecen.” Tan solo escuchar esas palabras me produjo escalofríos, y ver el riesgo que afrontaban los pilotos en los años setentas y ochentas es realmente impresionante.

Volviendo al gran premio alemán, la pista era muy peligrosa estando seca, pero ese día llovía, por eso Lauda quiso hablar con la FIA para cancelar la carrera por la seguridad de todos. Esto fue sometido a voto entre los pilotos, y la carrera se mantuvo debido al gran contrapeso que significaba el carácter carismático de Hunt. Ese día, Lauda no debió correr, empezó con neumáticos de lluvia, pero como la pista de casi veintitrés kilómetros se había secado para la segunda vuelta, paró, como otros trece pilotos, puso neumáticos de seco, lisos. Pero unas curvas después, algo falló en la suspensión, el auto giró, se estrelló con las barreras, erupción de llamas. Poco después, chocaron con él, Harald Ertl y Brett Lunger. Lauda quedó atrapado en el fuego por más de un minuto, lo que le desfiguró totalmente el rostro. Fue llevado a un hospital, y Ferrari contrató al argentino Carlos Reutermann incluso antes de que el austriaco llegase a urgencias. Los médicos tuvieron que hacerle un injerto de piel de su muslo para reconstruir su rostro, algo que él utilizó para burlarse de sí mismo más tarde, con su siempre particular sentido del humor, diciendo que era bueno para su profesión, ya que no se puede sudar por un injerto. incomodidades a la hora de conducir.

El horrible accidente lo dejaría un largo tiempo fuera de su monoplaza, aunque Lauda hizo un asombroso retorno a la Fórmula 1 en tan solo un mes y once días después de ese lluvioso día en el Infierno Verde, como lo llamaba Jackie Stewart.

En Monza, el día de su regreso, Lauda corrió con gran dolor debido al gran calor en el auto, pero logró un impresionante P4 en una carrera que ganó Ronnie Peterson.

Quedaban tan solo tres carreras para acabar la temporada, Lauda en primer lugar, Hunt, su perseguidor. Victorias del británico y malos, pero justificados, resultados del austriaco los acercaron aún más en el mundial de pilotos. En Japón, bajo la sombra del monte Fuji y la lluvia, los pilotos corrieron una última vez ese año. Pero algo inusual pasó, en la segunda vuelta, Lauda entró a los pits, salió de su auto y se retiró de la carrera, para él, las condiciones eran muy peligrosas. Esto significaba que Hunt debía terminar por lo menos en tercer lugar para ganar el mundial por tan solo un punto. Después de una muy mala parada en boxes, el británico tuvo que remontar posiciones y hacer adelantamientos extremos para tener una última oportunidad. Con cuatro vueltas restantes, “Hunt the Shunt” se encontraba en sexta posición, pero adelantando a Jacques Laffite, John Watson y Clay Regazzoni, Hunt terminó como tercero aunque los árbitros lo colocaban como quinto, después de una revisión, se confirmó la primera y Hunt se coronó campeón.

Un año después, Hunt terminaría quinto, con tres victorias a su nombre, siendo este su mejor resultado después de ser campeón. Oficializó su retiro en 1979, dejando solo a Lauda, quien terminó siendo tricampeón mundial.

El británico viviría una vida de ocio, apareciendo en comerciales con modelos y teniendo excesos con el alcohol y las drogas. El 15 de junio del año 1993, falleció por una sobredosis, con tan solo cuarenta y seis años de edad.

Lauda, vivió una bella vida, se involucró en la parte directiva en la Fórmula 1 y fue un gran asistente para el equipo de Mercedes Petronas antes de su fallecimiento en mayo de 2019, con setenta años.

Una gran amistad:

Una corta reflexión sobre la amistad de estos dos. Sinceramente veo una amistad más que una rivalidad, cuando me hablan sobre Lauda y Hunt. El austriaco siempre comentó en entrevistas después de la muerte del británico que estaba en un grupo muy selecto de personas a quienes realmente apreciaba y uno aún más exclusivo, aquellos a quien respetaba. Siempre fue la única persona a la que envidiaba. Hoy, día veintidós de febrero, al terminar este artículo, me doy cuenta de lo preciadas que son esas amistades y esas rivalidades, aquellas que hacen que los rivales se necesiten a su mejor nivel para ser mejores también. Realmente anhelo algo así. En este mismo día, Niki Lauda habría cumplido setenta y dos años, cuando observo mi pasión por la Fórmula 1, busco historias que contar, escribir para usted que está leyendo esto, cientos de cosas sobre el austriaco me vienen a la mente. Poca gente en el mundo de las carreras ha sido tan valiente como él, y eso lo respeto como pocas cosas en el mundo. Así que para acabar con este corto artículo sobre algunos de mis pilotos favoritos, deseo que descansen en paz, y que sus carreras heroicas y míticas queden siempre para el recuerdo de los aficionados a los automóviles como yo, pero también para aquellos que valoran esa devoción a un oficio, algo que se encuentra poco hoy en día.

Paz en sus tumbas.

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