Literatura
El Dromedario
14
Sin dejar de estar escrito en un maravilloso realismo mágico, con metáforas tan espléndidas que aparecen en mi día a día a pesar de haberlo leído hace más de un año. Y es romántico, bah claro. Aunque tiene su pequeño drama inscrito (ya verán por qué) es sumamente alegre y tiene un detalle maravilloso: está escrito con forma de recetas mexicanas que se unen a la realidad de lo que está pasando en el momento de la historia. ¿Y cuál es esta? Se viene un resumen corto:
La historia es relatada por la sobrina-nieta de “Tita”. Esta última era la menor de tres hermanas. Creció en México, hacia comienzos del siglo XX, en el seno de una familia acomodada. Principalmente habitando en la cocina, rodeada por especias y manjares, fue develando los secretos del sabor junto a su querida Nacha, su nana que actuaba como una abuela o una madre. Cuenta la narradora que Tita De la Garza, su tía, y Pedro Muzquiz se se amaron desde que se vieron por primera vez, mas su relación era imposible puesto que Tita, según la tradición familiar, al ser la menor de sus hermanas, debía cuidar a su madre, mamá Elena, hasta que se muriera. Mamá Elena, estricta y represiva con sus hijas, y tiene muchos problemas con Tita. Pero Pedro no está dispuesto a dejarla ir y decide casarse con Rosaura, la hermana mayor de Tita para poder seguir estando cerca de su novia (qué persona tan creativa, ¿no?) Tita, sin saber esto, se deprime terriblemente. Entonces, Pedro le reitera su amor y eso cambia todo. ¿Pero acaso podrán esconder un amor así, incluso cuando las emociones de la sensible Tita, excelsa cocinera, son transmitidas a través de sus platillos? Es así como, por ejemplo, sus lágrimas en el pastel de bodas de Rosaura y Pedro indigestan a todos de una melancolía cruel… Definitivamente suceden cosas muy interesantes. Hablemos del título: quien ha preparado chocolate sabe que el agua de su receta debe estar hirviendo, como una pequeña tormenta. Me parece que esta expresión le queda muy bien a Tita: en el extracto en que aparece la frase, está enfadada, consternada, confundida y casi violenta. En general, la expresión encarna el carácter sensible, algo incendiario y apasionado de Tita, que puede ser irascible con el “fuego” apropiado, quien es materializado a veces por las tonterías de Pedro, a veces por su madre, a veces por su hermana, y la mayoría de las veces por el pésimo destino que parece serle reservado. Su rebeldía al contestar una injusta tradición es loable. En una entrevista, Laura Esquivel, la autora, explica “(Con las hermanas) presento tres propuestas: Rosaura, la mayor, que no quiere cambios; Gertrudis, que es la mujer que sale de su casa, que plasma el movimiento feminista, la liberación sexual y la incorporación de la mujer a las actividades masculinas; y está Tita, que desde un mundo íntimo, realiza la revolución más poderosa, que es hacer morir en ella una tradición castrante y no pasarla a la nueva generación”. Una de las cosas que más me gustan de este libro es lo profundo que es el descubrimiento de los personajes. Las tres hermanas son un combo maravilloso por lo distintas que son: Gertrudis, la más libre y alegre, Tita, la más dulce, sensible e irascible a la vez y Rosaura. Pobra Rosaura… nadie puede realmente sentir la menor empatía hacia ella.
Me parece importante mencionar que sí, a veces es una historia un poco cursi, ligeramente… Pero, en medio de todo, creo que está muy completa, enriquecida por personajes variados a los que se les toma cariño, por una trama interesante y por una muy bella manera de escribir. Me parece que desde los trece años en adelante es un buen momento para leerlo. Recomiendo mucho este libro a quienes disfrutan de la cocina, las historias de amor, a quienes les gusta México y su comida, quienes disfrutan del realismo mágico y sus hipérboles, del naturalismo y sus cuadros, de las metáforas. Me gustó mucho la forma en que está escrito, el estilo, la construcción a través de las recetas. Los diferentes temas están en perfecta armonía y relación para que se teja una trama adictiva. Es un poco complejo entender la línea del tiempo, cuándo pasa qué, más no es un libro “difícil de leer”. Está lleno de hermosas figuras literarias, todo contado con humor, amor y familiaridad. Es un libro para sonreír, encariñarse con algunos personajes e indignarse con otros, en el cual muchos lectores dicen que se sienten identificados con uno u otro personaje Personalmente, en ningún momento comprendí por qué Tita amaba a Pedro, ni por qué no se casó con John. Pero bueno, supongo que “el amor no se piensa, se siente o no se siente”, y quizás eso es lo más claro del libro. Hay una cita de Brown que siempre me gustó: “Cómo ve, todos tenemos en nuestro interior los elementos necesarios para producir fósforo. Es más, déjeme decirle algo que a nadie le he confiado. Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivar. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un sólo fósforo”. Me encanta.
Si hay algo que rescataría de este libro es lo bien que encarna la comida “cálida”. Es un libro por el que se debe pasar, leerlo alguna vez, no porque te vaya a hacer más culto, más nada, sino porque constituye uno de esos clásicos: para quienes ya lo han leído resulta un recuerdo agradable, un símbolo del momento en que lo leyeron. Para quienes lo leen por primera vez, es como un portal hacia la literatura latinoamericana, hacia una estructura de escritura nueva, en donde las recetas nos llevan de la mano por nuestra historia.
“A través de esta alegoría que vincula con maestría los sentimientos y los elementos culinarios, Laura Esquivel conquistó el parnaso de la literatura, construyendo un relato que se asienta en la tradición del realismo mágico, se recrea en la cultura mexicana y que traspasa todo lo anterior para convertirse en una novela universal, una parte del imaginario colectivo, un clásico” MeGustaLeer.
Para los interesados, es un libro que se encuentra a menudo en la repisa de alguna tía, biblioteca o librería e incluso entre los pdfs de internet. Opciones hay. Y si aún estás de pelea con los libros… existe una película. Un pajarito me dijo que no tiene tantos detalles como el libro, pero parece que no está mal.
Y hasta aquí llegamos. Les deseo un feliz mes, que busquen, encuentren y disfruten su cálida comida lectora y cocinen dulces recuerdos.