El Diario del CISO Volumen 1 2018 | Page 15

miembros de junta por tener resultados de manera pronta, lo que termina marginando la capacidad sistémica de ver otros aspectos del entorno, que pudiendo ser relevantes, terminan siendo marginados de los análisis y abandonados luego por la exigencia de agilidad y efectividad requerida por la organización. El segundo es el sesgo de amnesia, que se concreta cuando se olvidan rápidamente las lecciones del pasado. Un ejecutivo de seguridad que no mantiene la trazabilidad o línea de tiempo de los eventos claves que han ocurrido dentro o fuera de la organización, termina decidiendo con lo que con su corta memoria puede recordar sobre los hechos que se materializaron. Su equipo debe ayudarlo a mantener vigente el mapa de lecciones que se han aprendido y se deben aprender. relevantes frente a una situación particular. Las tendencias y patrones que se puedan identificar, aún no sean confirmadas pueden ayudar a anticipar posibles amenazas que están en curso. El sexto sesgo es el de influenciar, en el cual el responsable de seguridad de la información toma acción basado en opciones que otros han tomado previamente. Si bien, otros colegas tienen experiencia en el tratamiento de una situación particular, es claro que tenían un contexto diferente de aquel que la tiene en este momento. Por tanto, es clave consultar la práctica de otros, para construir el escenario propio donde variables diferentes van a orientar decisiones en otras direcciones. El tercero es el sesgo de optimismo, que habla sobre subestimar la probabilidad de la pérdida por un incidente. Si bien, el ejecutivo de seguridad sabe el nivel de inversión y confiabilidad de la tecnologías de protección que tiene incorporada, debe mantener un mínimo de paranoia bien administrado que le permita estar indagando y retando los niveles de seguridad y control que tiene disponibles y cómo un ataque puede afectar a la organización y comprometer el valor que ella genera. El último sesgo de arrogancia(*), es una característica del profesional de seguridad que piensa que conoce siempre la respuesta para asegurar una situación inesperada. Si bien el responsable de seguridad debe confiar en sus saberes, prácticas y estándares, y transmitir tranquilidad a sus grupos de interés, debe también darle paso a aquellos que desde otras disciplinas retan sus reflexiones y propuestas. En la medida que el directivo de seguridad pueda superar sus propias seguridades, es posible encontrar alternativas que sumen a las iniciativas de protección que requiere una organización. El cuarto es el sesgo de inercia, ese que quiere mantener el statu quo, aquel que dice “lo que tenemos es suficiente y además no ha pasado nada”. Esta postura, lo que hace es habilitar un escenario de posibles amenazas que crece de forma silenciosa, dado que los atacantes saben y conocen las rutinas de monitoreo y control que tiene la organización. Lo que aparentemente puede ser normal, puede estar gestando una brecha de forma oculta. En consecuencia, la “paradoja de la experiencia” es un elemento a tener en cuenta en el desarrollo de un Chief Information Security Officer, como una sana advertencia para mantenerse atento sobre los acelerados cambios del entorno, las inestabilidades de sus saberes previos y sobremanera, como una forma de preguntarse cada cierto tiempo, “¿cuándo fue la última vez que hice algo por primera vez?”. El quinto sesgo es el de simplificación, en donde el ejecutivo tiene atención selectiva a ciertos detalles, dejando de lado a otros. Este sesgo es muy sensible y requiere que múltiples fuentes y análisis se vinculen y reten las reflexiones del director de seguridad de la información, con el fin de ver aspectos del entorno que podría ser Referencias Káganer, E., Zamora, J. y Sieber, S. (2013) Cinco habilidades del líder digital. IESE Insight. Tercer trimestre. 18. 15