Gentileza de El Trauko
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obsesionados por la hora de la cena, sin poder imponer silencio a nuestros estómagos
vacíos.
Ahora se acerca el cumpleaños de mamá. Kraler le ha traído azúcar, lo que despertó
los celos de los Van Daan, pues la señora no recibió lo mismo en ocasión de su propio
cumpleaños. Nuevas pullas, crisis de lágrimas y diálogos ásperos. ¡Bah! De nada vale que
te fastidie con todo eso. Puedo decirte, Kitty, que ellos nos molestan cada vez más. Mamá
ha hecho el voto irrealizable de abstenerse de ver a los Van Daan durante quince días.
No ceso de preguntarme si el hecho de cohabitar con otras personas, sean quienes
fueren, lleva forzosamente a las disputas. ¿O será que, en nuestro caso, hemos tenido
especial mala suerte? ¿Es mezquina y egoísta la mayoría de la gente? Me parece útil haber
aprendido algo sobre la mente humana, pero empiezo a sentirme cansada. Ni nuestras
querellas ni nuestras ganas de aire y libertad pondrán fin a esta guerra; por eso estamos
obligados a sacar de nuestra permanencia aquí el mejor partido, y hacerla soportable. En
este momento parezco discurrir razonablemente; no obstante, si sigo aquí mucho tiempo
más, corro también el riesgo de transformarme en una seca solterona. ¡Y tengo tantos
deseos de ser una genuina adolescente!
Tuya,
ANA
Sábado 22 de enero de 1944
Querida Kitty:
¿Podrías decirme por qué la gente oculta con tanto temor sus verdaderos
sentimientos? ¿Cómo es posible que en compañía de los demás yo sea totalmente diferente
a lo que debería ser?
¿Por qué desconfían unos de otros? Debe de haber una razón, no lo dudo, pero
cuando noto que nadie, ni siquiera los míos, responden a mi deseo de confianza, me siento
desdichada.
Me parece haber madurado desde la noche de mi sueño memorable; me siento más
que nunca "una persona independiente". Te sorprenderá muchísimo