Gentileza de El Trauko
http://go.to/trauko
Miércoles 22 de diciembre de 1943
Querida Kitty:
Una gripe fastidiosa me ha impedido escribir con regularidad. Es horrible estar
enferma en circunstancias semejantes. Cada vez que sentía deseos de toser, me acurrucaba
bajo las frazadas, tratando de imponer silencio a mi garganta, con el resultado de que la
irritaba más; debían entonces calmarme con leche y miel, azúcar y pastillas. Cuando pienso
en todos los tratamientos que tuve que soportar, me dan todavía vértigos. Exudorantes,
compresas húmedas, cataplasmas en el pecho, tisanas calientes, gargarismos, unturas,
cocciones, limones exprimidos, el termómetro cada dos horas e inmovilidad completa.
Me pregunto cómo me he repuesto habiendo pasado por todo eso. Lo más
desagradable era tener sobre mi pecho desnudo la cabeza llena de brillantina de Dussel,
dándoselas de médico y queriendo sacar conclusiones de los ruidos de mi pobre tórax. No
sólo sus cabellos me cosquilleaban terriblemente, sino que me sentía en extremo incómoda,
por más que hace unos treinta años obtuvo su diploma de médico. ¿Qué venía ese tipo a
hacer sobre mi corazón? No es mi bienamado, al menos que yo sepa. Por lo demás, me
pregunto todavía si es capaz de distinguir entre los ruidos normales y los dudosos, porque
sus oídos necesitarían urgentemente una buena intervención; me parece que cada vez está
más sordo.
Ya he hablado bastante de enfermedades. Basta. Me siento mejor que nunca, he
crecido un centímetro, aumenté un kilo, estoy pálida y me siento impaciente por
recomenzar mis estudios.
No tengo ninguna novedad sensacional que anunciarte. Por extraordinario que
parezca, todo el mundo se entiende bien en casa, nadie se pelea; no habíamos conocido una
paz semejante desde hace por lo menos seis meses. Elli no ha vuelto todavía.
Para Navidad tendremos una ración suplementaria de aceite, bombones y
mermelada. No puedes imaginarte lo magnífico que es mi regalo: un broche hecho con
monedas de cobre, brillante como el oro, en fin, espléndido. El señor Dussel ha regalado a
mamá y a la señora Van Daan una hermosa torta, para cuya preparación comisionó a Miep.
Pobre Miep, le he preparado una pequeña sorpresa como también a Elli. Pedí al señor
Koophuis que encargara pastelitos de mazapán con el azúcar de mi avena matinal, que he
estado economizando durante dos meses.
Llovizna. La estufa humea. Lo que se come pasa en el estómago, provocando
detonaciones por todas partes. Las mismas noticias por la radio. La moral, por el suelo.
Tuya,
ANA
Viernes 24 de diciembre de 1943
Querida Kitty:
Ya sabes hasta qué punto nos vemos afectados por la atmósfera del anexo. En mi
caso, eso cobra proporciones inquietantes.
82