El diario de Anna Frank | Page 70

Gentileza de El Trauko http://go.to/trauko su cama. La silueta desaparece otra vez; de vez en cuando, ruidos sospechosos procedentes del W.C. A las 3: Me levanto para hacer una pequeña necesidad en la vasija de hierro enlozado que utilizo como orinal, la cual está bajo mi cama y sobre una alfombrita de goma que protege el piso. Cada vez que ello ocurre, retengo la respiración, pues me parece oír una verdadera cascada de agua precipitándose desde lo alto de una montaña. Repongo el orinal en su sitio y la pequeña forma blanca, en camisón —la obsesión de Margot, que al verla exclama siempre: "¡Oh, qué camisón tan indecente!"—, vuelve a su cama. Sigue por lo menos un cuarto de hora de insomnio, escuchando los ruidos nocturnos. ¿No entran ladrones en la casa? Además están los ruidos de las camas, arriba, al lado en la misma habitación, que me informan sobre los que duermen y los que se agitan. Si es Dussel quien no duerme, resulta muy fastidioso. Primero, percibo un ruidito como de un pez que boquea, repetido no menos de diez veces; sucesivamente, se humedece los labios —creo— y hace chasquear la lengua, o bien da vueltas y más vueltas, de manera interminable, hundiendo las almohadas. Cinco minutos de inmovilidad completa. Pero — no hay que hacerse ilusiones— estas maniobras pueden repetirse hasta tres veces, antes de que el doctor Dussel se amodorre por fin. No es improbable que,