Gentileza de El Trauko
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Daan. Así hubo quien nos vio partir, a las cuatro, al romper el alba, montados en bicicleta;
y una señora que pretendía saber a ciencia cierta que habíamos sido metidos en un auto
militar en plena noche.
Tuya,
ANA
Viernes 21 de agosto de 1942
Querida Kitty:
La entrada de nuestro escondite ha sido ahora adecuadamente disimulada. El señor
Kraler era del parecer de colocar un armario delante de la puerta de entrada (hay muchos
allanamientos a causa de las bicicletas ocultas), un armario giratorio que se abriera como
una puerta.
El señor Vossen se ha esforzado como ebanista para la fabricación de este
armatoste. Entretanto, fue puesto al corriente de nuestra permanencia en el anexo, y se
muestra servicial a más no poder. En este momento, para poder llegar a las oficinas, hay
que encorvarse primero y luego saltar, porque los peldaños han desaparecido. Al cabo de
tres días, todos teníamos chichones, porque chocábamos ciegamente contra el bajo dintel
de la puerta. Por eso, en el reborde pusimos un paragolpes: una bolsita rellena de virutas.
¡Veremos cómo resulta eso!
No hago gran cosa en materia de estudios; he decidido prolongar mis vacaciones
hasta septiembre. Luego, papá será mi profesor, pues temo haber olvidado mucho de
cuanto aprendí en la escuela.
No hay que contar con cambios en nuestra vida. No me entiendo en absoluto con el
señor Van Daan; en cambio, él quiere mucho a Margot. Mamá me trata a veces como a una
criatura, lo que me parece insoportable. Fuera de eso, no vamos mal. Peter sigue sin
gustarme, es tan aburrido; se la pasa tendido en la cama la mitad del tiempo, a veces hace
algún trabajo de carpintería, y luego vuelve a la cama. ¡Qué tonto!
El tiempo es hermoso y, a pesar de todo, lo aprovechamos soleándonos sobre un
catre en el desván, por donde el sol entra a raudales a través de una claraboya.
Tuya,
ANA
Miércoles 2 de septiembre de 1942
Querida Kitty:
El señor y la señora Van Daan han tenido una pelea terrible. Nunca había oído
cosas semejantes, porque papá y mamá no pensarían jamás en gritarse así. La causa: una
verdadera insignificancia, por la que no valía la pena reñir. En fin, 6F7V?F?V?R7W0?wW7F?2???GW&??V?FR?&WFW"??6?6W2?W?FW6w&F&?R?VW2FV&RF??"'F?F?? ?V??R?G&??W&??6???W2F?7W66WF?&?R?W&W??6???F?R??F??V?6W&????W"W7F&????