Gentileza de El Trauko
http://go.to/trauko
No he podido obrar de otro modo; me he dejado guiar enteramente por mis
sentimientos, y he obrado de acuerdo con mi conciencia para encontrar el reposo. Porque
he construido mi tranquilidad y mi equilibrio sobre una base inestable, y los perdería por
completo si tuviese que soportar críticas sobre esta obra aún inacabada. Por duro que eso
pueda parecer, ni a Pim le permitiría inmiscuirse, pues no solamente no le he dejado tomar
parte alguna en mi vida interior, sino que a menudo lo enfado con mi irritabilidad,
alejándolo de mí todavía más.
Eso me hace meditar mucho: ¿cómo es que Pim me fastidia a ese extremo? No
aprendo casi nada estudiando con él, y sus caricias me parecen afectadas; querría estar
tranquila y querría sobre todo que me dejase un poco en paz..., hasta el día en que vea ante
él a una Ana mayor, más segura de sí misma. ¿Es ésa la razón? Porque el recuerdo de su
reproche sobre mi terrible carta me sigue doliendo. Es que resulta muy difícil ser
verdaderamente fuerte y valeroso desde todos los puntos de vista.
Sin embargo, no es ésa mi mayor decepción. No. Peter me preocupa mucho más
que papá. Me hago bien cargo de que soy yo quien le ha conquistado, y no viceversa: lo
idealicé, viéndole apartado, sensible y amable, como un muchacho que necesitaba cariño y
amistad. Había llegado al punto en que me era necesario alguien a quien confiar mis
sentimientos, un amigo que me señalase el camino que debía seguir, y, atrayéndole lenta
pero seguramente hacia mí, lo conquisté, aunque con dificultad. Por fin, después de haber
obtenido su amistad, hemos llegado a una intimidad que, bien pensada, ahora me parece
inadmisible.
Hemos hablado de las cosas más secretas, pero, hasta aquí, hemos callado en
cuanto a lo que colmaba y sigue colmando mi corazón. Continúo sin forjarme una idea
exacta de Peter. ¿Es superficial? ¿O lo frena su timidez, incluso conmigo? Pero,
abstracción hecha de eso, he cometido un grave error: alejé todas las otras posibilidades de
asegurar nuestra amistad al aproximarme a él mediante esas relaciones íntimas. Él no desea
más que amar, y yo le gusto cada día más; de eso me he dado bien cuenta. En cuanto a él,
nuestros encuentros le bastan; mientras que a mí me producen el efecto de un nuevo
esfuerzo que obliga a volver a empezar cada vez, sin, a pesar de todo, poder decidirme a
abordar los temas que tanto me agradarían poner en claro. He atraído a Peter a la fuerza,
mucho más de lo que él pueda sospechar. Ahora bien, él se aferra a mí, y yo aún no he
hallado la forma de que él pise con sus propios pies. Después de haberme percatado —
bastante rápidamente, desde luego— de que no podía ser el amigo copartícipe de mis
pensamientos, no he cesado de aspirar a elevarlo por sobre su horizonte limitado y a
magnificarlo en su juventud.
"Porque, en el fondo, la juventud es más solidaria que la vejez". Esta frase, leída en
ya no recuerdo qué libro, se me ha quedado grabada, porque la encuentro justa.
¿Es posible que nuestra permanencia aquí resulte más difícil a los mayores que a
los jóvenes? No. Indudablemente, eso no es verdad. Las personas adultas ya se han
formado una opinión sobre todo, y no suelen vacilar ante sus actos en la vida. Nosotros los
jóvenes tenemos que hacer doble esfuerzo para mantener nuestras opiniones, en esta época
en que todo idealismo ha sido aplastado y destruido, en que los hombres revelan su lado
peor, en que la verdad, el derecho y Dios son puestos en duda.
172