Gentileza de El Trauko
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Jueves 15 de junio de 1944
Querida Kitty.
Es posible que sea la nostalgia del aire libre, después de estar privada de él por
tanto tiempo, pero añoro más que nunca a la naturaleza. Recuerdo todavía muy bien que
antes nunca me sentí tan fascinada por un cielo azul deslumbrante, por el canto de los
pájaros, por el claro de luna, por las plantas y las flores. Aquí, he cambiado.
El día de Pentecostés, por ejemplo, cuando hacía tanto calor, permanecí despierta
hasta las once y media, para mirar completamente sola, por una vez, la luna a través de la
ventana abierta. ¡Ay! Este sacrificio no sirvió de nada, pues la luna brillaba con luz
demasiado fuerte para que yo me arriesgase a abrir la ventana. En otra ocasión —hace
varios meses de eso— había subido por casualidad al cuarto de los Van Daan una noche en
que su ventana estaba abierta. No los dejé antes de que la cerraran. Noche sombría y
lluviosa, tormenta y nubes fugitivas. Por primera vez, desde hacía un año, frente a frente
con la noche, me hallaba bajo el imperio de su hechizo. Después de eso, mi deseo de
revivir un momento semejante sobrepasaba a mi miedo a los ladrones, a las ratas y a la
oscuridad. Una vez bajé completamente sola para mirar por la ventana de la oficina privada
y por la de la cocina. Muchas personas encuentran bella a la naturaleza; muchos pasan la
noche en el campo, quienes están en cárceles y hospitales, aguardan el día en que podrán
gozar de nuevo del aire libre, pero hay pocos que estén como nosotros; encontrados y
aislados con su nostalgia de lo que es accesible tanto a pobres como a ricos.
Mirar el cielo, la s nubes, la luna y las estrellas me apacigua y me restituye la
esperanza; no se trata, en verdad, de imaginación. Es un remedio mucho mejor que la
valeriana y el bromuro. La naturaleza me hace humilde y me preparo a soportar todos los
golpes con valor.
Excepto raras ocasiones, me ha tocado la desdicha de mirar a través de vidrios
sucios y visillos cargados de polvo. Mi gozo se desvanece, pues la naturaleza es la única
cosa que no tolera ser deformada.
Tuya,
ANA
Viernes 16 de junio de 1944
Querida Kitty:
La señora Van Daan está desesperada, y habla de cárcel, de ahorcarse, de suicidio y
de meterse una bala en el cráneo. Está celosa porque Peter se confía a mí y no a ella. Se
siente humillada porque Dussel no responde suficientemente a sus insinuaciones. Teme
que su marido se fume todo el dinero de su abrigo de pieles. Se pasa el tiempo en querellas,
insultos, lloriqueos, quejas y risas para volver a las querellas.
¿Qué hacer de una chiflada que gimotea sin cesar? Nadie la toma en serio. No tiene
ningún carácter, se queja de todo el mundo, provoca la insolencia de Peter, la irritación del
señor Van Daan fastidiado, y el cinismo de mamá. Es una situación lamentable. Sólo resta
una cosa por hacer; considerarse a sí mismo con sentido del humor y no reparar en los
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