El diario de Anna Frank | Page 167

Gentileza de El Trauko http://go.to/trauko ANA Martes 13 de junio de 1944 Querida Kitty: Mi cumpleaños ha pasado de nuevo. Tengo, pues, quince años. He recibido bastantes cosas. La Historia del Arte de Springer, en cinco tomos; además, un conjunto de ropa interior, un pañuelo, dos tarros de yogur, un frasquito de mermelada, un gran bizcocho y un libro sobre botánica, de papá y mamá. Un brazalete doble de Margot, un libro (Patria) de Van Daan, caramelos de Dussel, bombones y cuadernos de Miep y Elli, y la mejor sorpresa, un libro: María Theresa, así como tres tajadas de verdadero queso, de Kraler; un magnífico ramo de peonías de Peter. ¡Pobre muchacho! se ha esforzado tanto por encontrar algo, pero sin ningún resultado. Las noticias, las tormentas, los torrentes de lluvia y el mar desencadenado. Churchill, Smuts, Eisenhower y Arnold visitaron ayer, en Francia, los pueblos conquistados y liberados por los ingleses. Churchill hizo la travesía en un torpedero que hostigó la costa. Hay que creer que ese hombre, como tantos otros, desconoce el miedo. ¡Es envidiable! Desde el anexo, no podemos pulsar la moral de los holandeses. No cabe duda de que la gente se alegra de haber visto a la "indolente"(?) Inglaterra arremangarse por fin. Todos los holandeses que todavía osan hablar despectivamente de los ingleses, que siguen calumniando a Inglaterra y a su gobierno de viejos señores, llamándoles cobardes aun cuando odian a los alemanes, merecen una buena sacudida, tal vez eso les devuelva el sentido. Hacía dos meses que no tenía la menstruación, pero finalmente todo recomenzó el sábado. A p esar de la molestia que significa, me alegro. Tuya, ANA Miércoles 14 de junio de 1944 Querida Kitty: Anhelos, deseos, pensamientos, acusaciones y reproches asaltan mi cerebro como un ejército de fantasmas. No soy en realidad tan presumida como imaginan los demás. Conozco mis innumerables defectos mejor que cualquiera, pero he ahí la diferencia: sé que tengo la firme voluntad de enmendarme, y de llegar a ello, pues ya compruebo un progreso sensible. Entonces, ¿cómo es posible que todo el mundo siga encontrándome presuntuosa y tan poco modesta? ¿Soy en verdad tan presuntuosa? ¿Lo soy realmente yo, o acaso lo son los otros? Esto no conduce a nada, lo comprendo, pero no voy a tachar la ultima frase, por extraña que sea. La señora Van Daan, mi principal acusadora, es conocida por su falta de 163