Gentileza de El Trauko
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Jueves 25 de mayo de 1944
Querida Kitty:
Todos los días ocurre algo. Esta mañana, nuestro proveedor de hortalizas ha sido
arrestado: tenía dos judíos en su casa. Es un golpe terrible para nosotros, no sólo porque
dos pobres judíos más se hallen al borde del abismo, sino porque el proveedor se encuentra
también en el mismo trance.
El mundo está trastornado; las personas decentes son enviadas a los campos de
concentración, a las prisiones, o todavía tiemblan en las células solitarias, en tanto que la
gentuza que se queda aquí gobierna a jóvenes y viejos, a ricos y pobres. Uno se deja
atrapar por el mercado negro, otro por haber albergado a judíos o a rebeldes; quienes no
están en contacto con los nazis no pueden saber lo que pasará mañana.
¡Cómo vamos a extrañar a nuestro proveedor de hortalizas! Miep y Elli no podrán
encargarse de semejantes bolsas de patatas sin llamar la atención; lo único que nos queda
por hacer es comer menos. Te cuento, pues, cómo vamos a arreglarnos; no será divertido.
Mamá ha propuesto que suprimamos el desayuno, comer la avena en el almerzo y papas
saltadas por la noche, y una o dos veces por semana, como máximo, verduras o ensalada.
Eso significa el hambre, pero todas estas privaciones no son nada comparadas con el horror
de ser descubiertos.
Tuya,
ANA
Viernes 26 de mayo de 1944
Querida Kitty:
Por fin un poco de tregua para escribirte tranquilamente sentada a mi mesita, ante
una ventana apenas entreabierta.
¡Me siento tan desgraciada! Esto no me ocurría desde hace meses; ni siquiera
después del robo llegué a estar tan deprimida. Por una parte, el proveedor de hortalizas, el
problema de los judíos —del que todo el mundo habla sin cesar—, la invasión que se hace
esperar, la mala alimentación, los nervios, la atmósfera deprimente, mi decepción con
respecto a Peter; y, por otra parte, historias como para soñar: el noviazgo de Elli, recepción
el día de Pentecostés, flores, etc.; luego, el cumpleaños de Kraler, dulces, salidas a los
cabarets, cine y conciertos. ¡Esta diferencia, este enorme contraste!... Un día nos reímos
del lado cómico de lo que estamos viviendo; otro —es decir, la mayor parte del tiempo—
temblamos de miedo; la ansiedad, la espera y la desesperación son visibles en cada rostro.
Miep y Kraler son los que cargan el mayor peso en la ayuda que se nos presta.
Miep interrumpida en su trabajo, y Kraler anonadado a la larga por la gran responsabilidad
que ha contraído; se mantiene aún dueño de sus nervios demasiado tensos, pero hay
momentos en que apenas si logra pronunciar una palabra. Koophuis y Elli, aún ocupándose
bien —y hasta muy bien— de nosotros, tienen sin embargo un mayor respiro, algunas
horas de ausencia —un día, a veces dos días— que les permiten olvidarse del anexo.
Tienen sus propias preocupaciones, Koophuis sobre su salud, y Elli sobre su compromiso,
que no es de color de rosa; pero aparte de eso, tienen sus excursiones, sus visitas, toda una
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