Gentileza de El Trauko
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vida de personas libres. Ellos pueden alejarse de esta atmósfera sombría, aunque sólo sea
por poco tiempo; para nosotros, la tensión siempre va en aumento. Ya hace dos años que
estamos aquí, ¿cuánto tiempo vamos a poder resistir esta presión insoportable y más fuerte
cada día?
Como los desagües están obstruidos, debemos hacer correr el agua con cuentagotas;
vamos al W.C. provistos de un cepillo, y conservamos el agua sucia en un recipiente. Hoy,
eso puede pasar, pero ¿qué vamos a hacer si el plomero no puede arreglárselas solo? El
servicio municipal no viene hasta el martes.
Miep nos ha enviado un pan de centeno con la inscripción: "Feliz Pentecostés".
Esto suena casi a burla. ¿Cómo ser "feliz" en el estado en que nos hallamos? Tras el arresto
del proveedor de hortalizas, el miedo reina en el anexo. ¡Chis, chis!, por todos lados. Las
tareas se hacen con mucho sigilo. ¡Si la policía ha forzado la puerta del verdulero, nosotros
estamos tan expuestos como él! Si nosotros... No. No tengo el derecho de escribirlo, pero
hoy esta cuestión no quiere abandonarme, toda la angustia por la cual ya he pasado se me
impone nuevamente en toda su amplitud.
Esta noche, al ir al W.C. alrededor de las ocho, he tenido que dejar el piso de los
Van Daan, donde todos estábamos reunidos, alrededor de la radio; quería ser valerosa, pero
era difícil. Con los otros, me siento todavía en seguridad relativa, pero no completamente
sola. Sé que la casa es grande y que está abandonada; los ruidos de arriba, ensordecidos,
son misteriosos; además, están los bocinazos de afuera. Si me demoro, comienzo a
temblar, pues no puedo dejar de ver cuan terrible es nuestra situación.
Más de una vez me pregunto si, para todos nosotros, no habría valido más no
ocultarnos y estar ahora muertos, antes de pasar por todas estas calamidades, sobre todo
por nuestros protectores, que al menos no estarían en peligro. Ni siquiera este pensamiento
nos hace retroceder: amamos todavía la vida, no hemos olvidado la voz de la naturaleza, a
pesar de todo. Qu e algo acontezca bien pronto, que lleguen las bombas si es necesario,
porque ellas no podrían aplastarnos más que esta inquietud. Que llegue el fin, aunque sea
duro; al menos sabremos si, en última instancia, debemos vencer o perecer.
Tuya,
ANA
Miércoles 31 de mayo de 1944
Querida Kitty:
Hizo un calor tan espantoso el sábado, el domingo y el lunes, que simplemente me
resultó imposible sujetar una lapicera en la mano. Por lo tanto, no pude escribirte. Las
cañerías volvieron a fallar el viernes, y fueron arregladas el sábado. El señor Koophuis
vino a visitarnos por la tarde y nos contó un montón de cosas sobre Corry: entre otras, que
está en el mismo club de hockey que Jopie.
El domingo vino Elli para asegurarse de que no habíamos recibido ninguna visita
indeseada, y se quedó a desayunar con nosotros. El lunes de Pentecostés fue el señor Van
Santen quien actuó como guardián del escondite; y, finalmente, el martes fue posible abrir
nuevamente las ventanas.
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