Gentileza de El Trauko
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la inflación. Papá, con su educación esmerada, debió reírse ayer cuando, por primera vez
en sus cincuenta y cinco años, tuvo que comer el raspado de la olla.
Mamá proviene también de padres ricos. A menudo escuchamos boquiabiertos sus
historias de fiestas de esponsales con doscientos cincuenta invitados, cenas y bailes de
sociedad. Ahora ya no se nos puede considerar ricos, pero confío en que nos reharemos
después de la guerra.
A diferencia de mamá y de Margot, te aseguro que no me contentaría con una
pequeña vida restringida. Me gustaría pasar un año en París y otro en Londres, para
estudiar las lenguas y la historia del arte. ¡Compara eso con lo que desea Margot, que
aspira a ser matrona en Palestina! Tengo todavía llena la imaginación de hermosos vestidos
y personas interesantes. Como ya te he dicho, querría ver algo de mundo, adquirir cierta
experiencia. Para eso, un poco de dinero no vendría mal.
Esta mañana, Miep nos habló de una fiesta de compromiso a la que estuvo invitada.
Tanto el novio como la novia pertenecen a familias adineradas, resultó, pues,
particularmente elegante. Miep nos embobó con su descripción del menú; sopa de
legumbres con albondiguillas de carne, queso, panecillos, entremeses con huevos, rosbif,
torta de moka, vinos y cigarrillos, todo a discreción (mercado negro).
Miep bebió diez copas. No está mal para una abstemia, ¿en? Si ella hizo así, me
preguntó en cuánto la habrá sobrepasado su marido. Naturalmente, todos los invitados
estaban un poco achispados. Entre ellos, había dos policías militares que fotografiaron a
los novios. Dijérase que Miep no puede olvidar un solo instante a sus protegidos
clandestinos: sabiendo que ellos eran de los "buenos", anotó inmediatamente el nombre y
la dirección de esos hombres, por si alguna vez hubiera necesidad de ellos.
Mientras escuchábamos su relato se nos hizo agua la boca. A nosotros, que nos
contentamos para el desayuno con dos cucharadas de sopa de avena y que tenemos el
estómago vacío la mayor parte del tiempo por no comer más que espinacas medio cocidas
(para conservar las vitaminas) y patatas podridas, ensalada cruda o cocida, y nuevamente
espinacas. Tal vez lleguemos a ser fuertes como Popeye... ¡aunque de esto no tengo la
menor prueba! Si Miep hubiera podido llevarnos a esa fiesta de compromiso, seguramente
no habríamos dejado un solo panecillo a los otros invitados. Puedo decirte que estábamos
literalmente pegados a ella, sacándole las palabras de la boca, como si nunca jamás
hubiésemos oído hablar de cosas buenas y personas distinguidas.
Y eso les ocurre a las nietas de un millonario.
¡Qué extrañas vueltas tiene la vida!
Tuya,
ANA
Martes 9 de mayo de 1944
Querida Kitty.
Mi cuento Ellen, el hada madrina está terminado. Lo he pasado en limpio en un
hermoso papel de cartas, con algunos adornos en tinta roja, y lo he cosido todo. No queda
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