Gentileza de El Trauko
http://go.to/trauko
mal, pero ¿no es demasiado poco para el cumpleaños de papá? No lo sé. Mamá y Margot
han compuesto, cada una, una felicitación en verso.
Esta tarde, el señor Kraler ha venido con la noticia de que la señora B., que antes
trabajaba para ellos haciendo demostraciones, ha expresado el deseo de venir a comer su
vianda a la oficina, todos los días, a las dos. ¿Comprendes? Ninguno de nuestros
protectores podrá ya subir a nuestra casa, las patatas ya no podrán sernos entregadas, el
almuerzo de Elli quedará suprimido, el W.C. nos será prohibido, no podremos movernos,
etcétera.
Nos hemos devanado los sesos, todos, para encontrar pretextos que la disuadieran
de su proyecto. El señor Van Daan ha sugerido que se pusiera en su café un laxante
enérgico.
—¡Ah, no! —respondió el señor Koophuis—. Todo menos eso, porque no bajaría
nunca del trono.
Carcajadas.
—¿Del trono? —preguntó la señora—. ¿Qué significa eso? ¿Puede emplearse
siempre esa palabra? —volvió a inquirir, con toda ingenuidad.
—¡Qué esperanza! —repuso Elli, riendo—. Si entra usted en una gran tienda y
pregunta dónde queda el trono, nadie la comprenderá.
Hace buen tiempo, Kitty. Un tiempo espléndido. ¡Ah, si pudiera salir!
Tuya,
ANA
Miércoles 10 de mayo de 1944
Querida Kitty:
Anteayer, en el desván, estando con nuestra lección de francés, oí de pronto que
caía agua. Iba a preguntarle a Peter lo que era, cuando él ya había corrido a la buhardilla,
donde estaba la causa del desastre. Mouschi, al encontrar la caja donde hace sus
necesidades demasiado ocupada, utilizó el espacio adyacente, en tanto que Peter, con mano
firme, quería poner al gato en el lugar indicado. Se produjo un estrépito, y el culpable,
cuando hubo terminado, huyó por la escalera.
Sin embargo, Mouschi había tratado de utilizar en parte su recipiente con aserrín.
Sus orines resbalaron de la buhardilla, por una rendija, al techo del desván y, por desgracia,
precisamente encima de las patatas. Y como el techo del desván no está desprovisto de
pequeños agujeros, gotas amarillas cayeron sobre un montón de medias y algunos libros
que se hallaban sobre la mesa. Yo me moría de risa; a tal punto el incidente resultaba
cómico: Mouschi metido debajo de una silla. Peter con el agua con cloro y un trapo, y Van
Daan calmando a todo el mundo. El desastre fue rápidamente remediado, pero nadie ignora
que los orines de gato exhalan un hedor espantoso. No sólo las papas de ayer nos dieron la
prueba flagrante, sino que el aserrín que papá ha quemado lo demostró también.
Tuya,
152