Gentileza de El Trauko
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¡Todas las angustias de las mujeres durante los bombardeos sin tregua! El del
domingo, por ejemplo, cuando 350 aviones ingleses descargaron medio millón de kilos de
bombas sobre Ijmuiden, haciendo retemblar las casas como briznas de hierba en el viento.
Además, el país está infestado por toda clase de epidemias. Tú no sabes nada de estas
cosas, porque si quisiera contártelo en detalle, no cesaría de escribir en todo el día. La
gente forma fila para la menor de sus compras; los médicos están imposibilitados de ir a
ver a sus enfermos, pues les robarían su vehículo al dejarlo en la calle y esto es lo
corriente; el robo y las raterías están a la orden del día, a tal punto que nos preguntamos
cómo nuestros holandeses han podido revelarse así de ladrones de la noche a la mañana.
Los niños de ocho a once años rompen los vidrios de las casas y rapiñan lo que encuentran
a mano. Nadie se atreve ya a dejar su casa cinco minutos, por miedo de que sus bienes
desaparezcan durante su ausencia. Todos los días aparecen anuncios ofreciendo
recompensas por la devolución de máquinas de escribir robadas, alfombras persas, relojes
eléctricos, telas, etc. Los relojes eléctricos de las calles y los teléfonos de las cabinas son
desmontados hasta el último hilo. No tiene nada de extraño que la población esté
convulsionada: todos tienen hambre, y las raciones de una semana no bastan siquiera para
vivir dos días, excepto en cuanto al sucedáneo del café. Ante la perspectiva de una
invasión envían los hombres a trabajar a Alemania. Los niños están enfermos y mal
nutridos, todo el mundo está mal calzado y mal vestido.
Unas medias suelas cuestan 7,50 florines; la mayoría de los remendones no aceptan
clientes, a menos que esperen cuatro meses, al cabo de los cuales tus zapatos pueden
haberse perdido.
Una cosa apreciable es el sabotaje contra las autoridades, que aumenta día tras día,
a pesar de las medidas cada vez más severas contra el pueblo, que no se contenta con una
alimentación que empeora progresivamente. Los servicios de racionamiento, la policía, los
funcionarios, o bien se agrupan al lado de los ciudadanos para ayudarlos, o bien actúan
como soplones y provocan sus arrestos. Afortunadamente, muy pocos holandeses están con
el enemigo.
Tuya,
ANA
Viernes 31 de marzo de 1944
Querida Kitty:
Hace todavía bastante frío, pero la mayoría de la gente está sin carbón desde hace
un mes. ¿Comprendes? Nuevamente el público se siente optimista con respecto al frente
ruso, cuyas noticias son sensacionales. No quiero ocuparme de política, pero, sin embargo,
voy a decir dónde se hallan: los rusos se encuentran exactamente enfrente del gran cuartel
general alemán, y se acercan a Rumania por el Pruth; están cerca de Odesa; cada noche
aguardamos un comunicado especial de Stalin.
Todo Moscú resuena de salvas; pienso que hacen temblar a la ciudad entera.
Hungría está ocupada por los alemanes; hay allí todavía un millón de judíos, que,
indudablemente, también van a pasar muy malos ratos.
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