Gentileza de El Trauko
http://go.to/trauko
cama hasta las diez y cuarto. ¡Oh! Cuando vuelvo a pensar en el sábado a la noche, en
nuestras, palabras, en las delicias de aquel momento, me siento contenta de mí misma por
primera vez. Meditando de nuevo sobre aquello en este instante, no cambiaría ni una sola
palabra de cuanto dije, lo que no me ocurre sino muy rara vez después de reflexionar.
Cuando está serio, tanto como cuando ríe, es hermoso. Es todo amabilidad y
bondad. Creo que lo que más le ha impresionado es el haber descubierto en mí no a la
pequeña Ana superficial que los demás conocen, sino a una criatura totalmente diferente,
una persona tan soñadora como él mismo y enfrentados a idénticas dificultades.
Tuya,
ANA
Mi respuesta a Margot.
Me parece que lo más adecuado será esperar simplemente y ver qué sucede. Peter
y yo llegaremos
pronto a una decisión definitiva: o seguimos como antes o iniciamos algo nuevo.
No sé lo que saldría de ello; en cuestiones como ésta, no veo más allá de la punta de mi
nariz. Sin embargo he tomado una decisión, y es ésta: en caso de que Peter y yo trabemos
amistad, le diré que tú también lo quieres mucho y que estás dispuesta a ayudarlo si es
necesario. Tú no querrás, ya lo sé; pero a mí no me importa. Ignoro absolutamente lo que
Peter piensa de ti, pero no dejaré de preguntárselo.
No hay nada de malo en ello, estoy seguro. ¡Todo lo contrario! Ven a reunirte con
nosotros en el desván o en otra parte donde estemos. Nunca nos estorbarás, pues de
común acuerdo sólo hablamos por la tarde cuando está oscuro.
¡Valor! Yo también lo necesito, y no resulta siempre fácil. Tu turno llegará más
pronto de lo que crees. ¡Ojalá!
Tuya,
ANA
Jueves 23 de marzo de 1944
Querida Kitty:
Nuestros asuntos van un poco mejor. Por suerte, quienes nos proveían de cupones
para alimentos han sido dejados en libertad.
Miep se ha i ntegrado al trabajo desde ayer. Elli sigue mejor a pesar de su tos
persistente. Pero Koophuis tendrá que guardar cama aún por bastante tiempo.
Ayer, cayó un avión en la vecindad; la tripulación pudo saltar a tiempo con sus
paracaídas. El aparato se estrelló contra una escuela vacía y causó algunos muertos y un
ligero incendio. Los alemanes ametrallaron a los aviadores cuando aún estaban en el aire.
Era espantoso. Los espectadores holandeses, ante semejante cobardía, estuvieron a punto
de estallar de rabia. Y no podían decir nada. Nosotras, es decir, las mujeres de la casa,
tuvimos un miedo terrible. ¡Qué abominables son esas ametralladoras!
123