Gentileza de El Trauko
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Lunes 6 de marzo de 1944
Querida Kitty:
Leo en el rostro de Peter que piensa tanto en mí como yo en él. Anoche su madre lo
llamó burlonamente: "El pensador". Peter enrojeció, y yo me sentí a punto de explotar.
¡Por qué no se callará esta gente!
Tú no puedes saber hasta qué punto me entristece verlo tan solo y no poder hacer
nada por él. Comprendo, como si yo misma hubiera pasado por ello, cómo deben
exasperarle las perpetuas disputas y las demostraciones de cariño de sus padres. ¡Pobre
Peter, tú también necesitas tanto del amor!
Me ha dicho que podía muy bien pasarse sin amigos; mis oídos resuenan todavía
con la dureza de estas palabras. ¡Ah, cómo se engaña! Y pienso que, en el fondo, él no cree
en eso para nada.
Se aferra a su soledad, simula indiferencia y juega a la persona mayor, porque se ha
impuesto ese papel y no quiere abandonarlo. Pobre Peter, ¿cuánto tiempo aguantarás aún?
Ese esfuerzo sobrehumano, ¿no provocará, tarde o temprano, una reacción terrible?
¡Oh Peter! ¡Si me dejaras ayudarte...! Juntos, nosotros dos, podríamos vencer
nuestra soledad común.
Pienso mucho, pero no hablo demasiado. Me siento dichosa cuando lo veo y más
feliz aún si, además, el sol brilla. Ayer, mientras me lavaba la cabeza, me sentía muy
excitada, pues él estaba en la habitación de al lado. Era algo más fuerte que yo, como
siempre. Cuanto más tranquila y seria me siento en mi interior, más ruidosamente me
comporto.
¿Quién será el primero en descubrir y romper esta armadura? Es una suerte que los
Van Daan no hayan tenido una hija. Nunca mi conquista hubiera sido tan difícil, tan bella,
tan espléndida, como con un muchacho.
Tuya,
ANA
P.D. — Ya sabes que te escribo con toda franqueza; por eso quiero añadir, que, en
el fondo, sólo vivo de un encuentro al otro. Siempre espero comprobar que él también me
aguarda, y me siento transportada de alegría cuando noto una de sus íntimas y tímidas
iniciativas. Apostaría a que él siente tantos deseos como yo de encontrar las palabras
adecuadas. Ignora que, precisament e, son sus esfuerzos desamparados los que más me
conmueven.
Martes 7 de marzo de 1944
Querida Kitty:
Cuando recuerdo mi vida durante el año 1942, todo se me antoja irreal. La Ana que
disfrutaba de esa existencia celestial era muy diferente de la que maduró entre estas
paredes. Sí, era una vida celestial: admiradores en cada esquina, una veintena de amigas no
todas íntimas, desde luego, la predilecta de la mayoría de mis profesores, y mimada a más
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