Gentileza de El Trauko
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El había apoyado la cabeza contra la gruesa viga. Yo estaba sentada. Respirábamos
juntos el aire fresco, mirábamos afuera, y entre nosotros había algo que no debía ser
interrumpido con palabras. Por largo rato, nos quedamos mirando el cielo, los dos; y
cuando tuvo que dejarme para ir a cortar leña, sentí que Peter era un muchacho
extraordinario. Subió la escalera, seguido de mí, y durante el cuarto de hora que cortó la
leña no cambiamos una palabra. Yo permanecía de pie, para mirarlo: él se aplicaba en
cortar bien la leña, para demostrarme su fuerza. También miré por la ventana abierta, tras
la cual se divisaba una gran parte de Amsterdam; y por sobre los tejados, hasta la línea del
horizonte, de un azul tan límpido, que ya no se distingue la línea divisoria. Me dije:
"Mientras esto exista y yo pueda disfrutarlo —este sol radiante, este cielo sin nubes—, no
puedo estar triste".
Para quien tenga miedo, se sienta triste o desdichado, el mejor remedio, es salir al
aire libre, y buscar un lugar donde esté solo con el cielo, la naturaleza y Dios. Únicamente
entonces se siente que todo está bien así, y que Dios quiere ver a los hombres felices en la
naturaleza simple pero bella. Mientras esto exista, e indudablemente será siempre así, estoy
segura de que todo pesar hallará su consuelo, fueran cuales fueren las circunstancias.
Quizá no tenga que esperar mucho tiempo para compartir este arrobador
sentimiento de felicidad con alguien que experimente cosas semejantes.
Tuya,
ANA
Pensamientos:
Son tantas las cosas que echamos de menos aquí, desde hace tanto tiempo, y de
ellas me veo privada en la misma medida que tú. No me refiero a necesidades físicas, pues
tenemos lo indispensable. Hablo de las cosas que suceden en nosotros, tales como los
pensamientos y los sentimientos. Siento la nostalgia, tanto como tú, del aire y de la
libertad. Pero he empezado a creer que tenemos el privilegio de tener una compensación
enorme por todas esas privaciones. De ello me he percatado repentinamente, esta mañana,
frente a la ventana abierta. Quiero decir: una compensación interna.
Mirando afuera, y a Dios, abrazando con una mirada recia y profunda a la
naturaleza, me sentí dichosa, nada más que dichosa, Y Peter, mientras esa dicha esté en ti
—gozar de salud, de la naturaleza y de muchas otras cosas más—, mientras seas capaz de
sentirla, siempre volverá a ti.
Puede perderse todo, la riqueza, el prestigio; pero esa dicha en tu corazón sólo
puede, cuando más, ensombrecerse, y volverá a ti siempre, mientras vivas. Mientras
levantes los ojos, sin temor, hacia el cielo, estarás seguro de ser puro y volverás a ser feliz,
suceda lo que suceda.
Domingo 27 de febrero de 1944
Querida Kitty:
Desde muy temprano a la mañana y hasta las últimas horas de la noche, no hago
más que pensar en Peter. Me duermo evocando su imagen, sueño con él durante la noche, y
me despierto todavía bajo su mirada.
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