Gentileza de El Trauko
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ANA
Sábado 19 de febrero de 1944
Querida Kitty:
Un sábado más. Ya sabes lo que eso significa.
Silencio relativo por la mañana. He ayudado un poco en la cocina, en casa de
nuestros vecinos; en cuanto a "él", sólo ha cambiado conmigo unas pocas palabras furtivas.
A las dos y media, cuando cada uno se mete en su habitación para leer o dormir, me instalé
en la oficina privada, provista de frazadas, con el fin de trabajar tranquilamente. Pero no
duró largo rato, pues no podía más; dejé caer la cabeza sobre el brazo, y estalle en sollozos.
Dando libre curso a una ola de lágrimas, me sentía profundamente desdichada. ¡Ah, si tan
siquiera "él" viniera a consolarme! Subí de nuevo a mi casa a las cuatro, preparándome
para ir a buscar patatas. Mi corazón latió de esperanza ante la idea de un encuentro, y entré
en el cuarto de baño para arreglarme el pelo. En ese instante, lo oí bajar al depósito para
jugar con Muffi.
De repente, sentí que las lágrimas me subían a los ojos y entré a toda prisa en W.C.,
llevándome conmigo el espejo. Linda cosa estar instalada allí, completamente vestida,
mientras las lágrimas dibujaban manchas oscuras sobre mi delantal rojo. Me sentía
terriblemente desgraciada.
Pensaba, poco más o menos, así: "¡Oh Peter, quiere decir que nunca te conquistaré!
¡Quién sabe! Es probable que no me encuentres ningún atractivo y que no sientas ninguna
necesidad de confiarte. Puede ser que pienses en mí, pero superficialmente. Sólo me resta
proseguir sin compañía mi camino, sin confidente, sin Peter. De nuevo días sin esperanzas,
sin consuelo y sin alegría: eso es lo que me espera. ¡Oh, si tan siquiera pudiera apoyar la
cabeza en tu hombro para sentirme menos desesperadamente sola y menos abandonada!
Quizá no sientas ningún afecto por mí y mires a los demás con ojos igualmente tiernos.
¿Por qué, pues, imaginé que todo eso era sólo para mí? ¡Oh Peter, si pudieras verme y
oírme! Es posible que la verdad sea desoladora: en tal caso, no podría soportarla".
Pero poco después he sentido renacer mis esperanzas, volver mi alegría, en tanto
que mis lágrimas resbalaban aún sobre mis mejillas.
Tuya,
ANA
Miércoles 23 de febrero de 1944
Querida Kitty:
Desde ayer hace buen tiempo, y me siento completamente cambiada. Cada mañana
voy al desván donde trabaja Peter y donde el aire de afuera refresca mis pulmones
saturados de moho. Desde mi sitio preferido, en el suelo, miro el cielo azul, el castaño aún
desnudo, en cuyas ramas brillan las gotitas de lluvia, las gaviotas que cortan el aire con su
vuelo rápido.
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