El diario de Anna Frank | Page 105

Gentileza de El Trauko http://go.to/trauko hacerlo. Dussel contestó con su tonillo desdeñoso: "Estoy arreglándolo". Peter se enfadó, repuso con insolencia, y fue apoyado por Van Daan; Dussel se vio obligado a ceder. Eso fue todo. Este incidente no tiene nada de extraordinario en sí, pero parece que Peter se lo tomó a pecho. En todo caso, esta mañana vino al desván, donde yo estaba revolviendo en un cajón de libros, para hablarme de ello. Como yo no sabía nada, lo escuché con atención, lo que hizo que Peter diera rienda suelta a sus sentimientos. —Y ya ves —dijo él—, por lo general me callo, porque sé anticipadamente que nunca consigo dar con las palabras en un caso semejante. Empiezo a tartamudear, enrojezco, y lo digo todo al revés; a la larga, no tengo más remedio que interrumpirme, porque no logro decir lo que quiero. También ayer sucedió así. Quería decir otra cosa. Pero, una vez lanzado, perdí el hilo de mis ideas, y eso es terrible. Antes tenía una mala costumbre, que te aseguro me gustaría recuperar: cuando alguien me hacía rabiar, utilizaba los puños más que las palabras. Ya sé que esa manera de proceder no me llevará a nada. Por eso te admiro a ti. Dices las cosas sin rodeos. Le dices a la gente lo que tienes que decirle. No tienes nada de tímida. —Te equivocas —respondí—. La mayoría de las veces digo las cosas de una manera totalmente distinta a como me proponía hacerlo. Luego, una vez arrastrada, hablo demasiado. Es un mal que tu desconoces. Me reí para mis adentros al pronunciar estas últimas palabras. Pero quise tranquilizarlo, sin que notara mi alegría; tomé un almohadón para sentarme en el suelo, las rodillas en el mentón, y le miré atentamente. Estoy verdaderamente encantada: el anexo alberga, pues, a alguien que sufre las mismas crisis de furor que yo. Peter parecía visiblemente aliviado por poder criticar a Dussel; sabía que yo no lo delataría. En cuanto a mí, pasé un momento delicioso, sintiendo que me comunicaba con él de una manera que sólo había conocido con algunas amigas, en otro tiempo. Tuya, ANA Miércoles 16 de febrero de 1944 Querida Kitty: Es el cumpleaños de Margot. A las doce y media, Peter vino a admirar los regalos que habíamos preparado. Se entretuvo charlando más tiempo que de costumbre, lo que no habría hecho de haberse tratado de una simple visita de cortesía. Por la tarde, fui a buscar el café y también las papas, pues me parece bien agasajar a Margot al menos una vez al año. Peter quitó en seguida de la escalera sus papeles, para dejarme paso, y yo le pregunté si quería que cerrara la puerta del desván. —Sí —me contestó—, es preferible. Al volver, no tienes más que golpear: yo te abriré. 101