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E L D IARIO DE A NA F RANK En realidad, no es fácil ser la figura central «mal educada», el pararrayos de una familia censurante que vive en un escondite. Por la noche en la cama, pasando revista a los numerosos pecados y faltas que se me atribuyen, me pierdo de tal manera en ese montón de acusaciones, que o me echo a reír o me pongo a llorar, según mi estado de ánimo. Enseguida me duermo con la extraña sensación de querer ser distinta de como soy, o también de no ser como yo quiero, o de proceder quizá de manera distinta a como yo querría o a como yo soy. ¡Ay! No lo veo tan claro, y tu tampoco, desde luego; discúlpame por esta confusión, pero no me gusta tachar, y, actualmente, la falta de papel nos prohíbe romperlo. Sólo me resta aconsejarte que no releas la frase precedente y, sobre todo, que no trates de profundizarla, porque nunca sacarás nada en limpio. Tuya, ANA Lunes 7 de diciembre de 1942 Querida Kitty: Nuestra Januka y San Nicolás* han caído casi para la misma fecha este año: apenas un día de diferencia. Para la fiesta de la Januka, no hemos preparado muchas cosas; algunas golosinas solamente, y sobre todo, las velitas. Debido a la escasez de velas, apenas las encendimos durante diez minutos; pero el canto ritual no fue olvidado, y eso es lo principal. El señor Van Daan fabricó un candelabro de madera; así la ceremonia se desarrolló como es debido. La noche de San Nicolás, el sábado, fue mucho más linda. Elli y Miep habían excitado nuestra curiosidad, cuchicheando todo el tiempo con papá, y sospechábamos que algo se preparaba. Y, naturalmente, descenso general a las ocho de la noche por la escalera de madera, y enseguida las tinieblas del largo corredor que lleva al vestuario. (Yo tenía la piel de gallina, y añoraba mi anexo). Como esta habitación no tiene ventana, pudimos encender la luz eléctrica tras lo cual papá abrió el gran armario. Todo el mundo exclamó: « ¡Oh, qué bonito!». En medio había una gran cesta adornada con papeles alusivos a San Nicolás, y sobre ellos, una máscara de Pedro el Negro. Nos apresuramos a transportar la cesta a nuestra casa. Cada uno encontró en ella su regalito, acompañado de un versito de circunstancias, de acuerdo con la costumbre holandesa. Yo recibí un bizcocho en forma de muñeca cuya falda era una cómoda bolsita; papá, un sujetalibros, etc. Todos los regalos eran muy ingeniosos, y resultó en extremo divertido, tanto más que nosotros, hasta entonces, nunca habíamos celebrado la fiesta de San Nicolás. Por ser la primera vez, fue un éxito. También teníamos regalos para nuestros amigos del primer piso. ¡todas cosas de los buenos viejos tiempos! Supimos que el Sr. Vossen fabricó él mismo sus obsequios para papá y el Sr. Van Daan. Me maravilla saber que alguien puede hacer cosas tan hermosas con sus manos. Tuya, ANA Jueves 10 de diciembre de 1942 * En Holanda se celebra más que el día de Navidad (N. del T.). © Pehuén Editores, 2001. )34(