El desastre de Chernobyl suplemento Chernobyl | Page 4

4 | P ági na Pripiat en cambio está tan vacía que no hay ni muertos. Cuando ocurrió el accidente la media de edad era de sólo 26 años y la práctica totalidad de los vecinos trabajaba en la central. La localidad tenía mejores dotaciones que cualquier otra ciudad soviética: fue concebida como un 'atomgrado', una ciudad nuclear diseñada desde cero que después fue modelo para otras urbes: cine, estadio, hospital, escuelas y hasta una orilla arenosa que llamaban "la playa". Liudmila Belokrainskaya aprieta el puño dentro del bolsillo del abrigo haciendo memoria: "Se quedó allí parte de nuestra vida. En ese lugar había amor", explica en su barrio de Kiev, donde fue realojada con muchos de sus vecinos. La noria de Pripiat, que no se llegó a inaugurar, es el símbolo oxidado de esta dicha interrumpida. En el césped del estadio hay ahora árboles tan frondosos que no dejan ver las gradas. La piscina olímpica es un vaso vacío lleno de tierra y hongos. Las casas, en las que quedó casi todo porque a los habitantes se les dijo que volverían en tres días, fueron saqueadas en muchos casos. Sólo unos pocos se negaron a marcharse: el informe policial de entonces detalla 20 'rebeldes' que se quedan en su piso. Sus cadáveres fueron hallados semanas después. En las azoteas la nieve acumulada se convierte en agua estancada que hace enfermar las estructuras y convierte los techos en una espada de Damocles para el que entra a fisgar. Pero la tentación de adentrarse dentro de los bloques desvencijados es inevitable, porque las puertas de entrada a miles de vidas traicionadas por el átomo están abiertas de par en par. En lugar de alfombras hay trozos de cristal. El silencio es absoluto. LA MALEZA El Gobierno soviético quiso que Pripiat fuese un ejemplo en zonas verdes. En los presupuestos de aquel año se detallan 33.000 ramilletes de rosas. Hoy la maleza ha tomado la delantera, colándose en la planta baja de las casas con la ayuda de una arena que ya no teme a las escobas ni a los