EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA El coronel no tiene quien le es - Gabriel Garcia M | Page 26

Llevó a la mesita de la sala un bloc de papel ray ado, la pluma, el tintero y una hoja de papel secante, y dejó abierta la puerta del cuarto por si tenía que consultar algo con su mujer. Ella rezó el rosario. —¿A cómo estamos hoy ? —27 de octubre. Escribió con una compostura aplicada, puesta la mano con la pluma en la hoja de papel secante, recta la columna vertebral para favorecer la respiración, como le enseñaron en la escuela. El calor se hizo insoportable en la sala cerrada. Una gota de sudor cay ó en la carta. El coronel la recogió en el papel secante. Después trató de raspar las palabras disueltas, pero hizo un borrón. No se desesperó. Escribió una llamada y anotó al margen: « derechos adquiridos» . Luego ley ó todo el párrafo. —¿Qué día me incluy eron en el escalafón? La mujer no interrumpió la oración para pensar. —12 de agosto de 1949. Un momento después empezó a llover. El coronel llenó una hoja de garabatos grandes, un poco infantiles, los mismos que le enseñaron en la escuela pública de Manaure. Luego una segunda hoja hasta la mitad, y firmó. Ley ó la carta a su mujer. Ella aprobó cada frase con la cabeza. Cuando terminó la lectura el coronel cerró el sobre y apagó la lámpara. —Puedes decirle a alguien que te la saque a máquina. —No —respondió el coronel—. Ya estoy cansado de andar pidiendo favores. Durante media hora sintió la lluvia contra las palmas del techo. El pueblo se hundió en el diluvio. Después del toque de queda empezó la gota en algún lugar de la ca sa. —Esto se ha debido hacer desde hace mucho tiempo —dijo la mujer—. Siempre es mejor entenderse directamente. —Nunca es demasiado tarde —dijo el coronel, pendiente de la gotera—. Puede ser que todo esté resuelto cuando se cumpla la hipoteca de la casa. —Faltan dos años —dijo la mujer. Él encendió la lámpara para localizar la gotera en la sala. Puso debajo el tarro del gallo y regresó al dormitorio perseguido por el ruido metálico del agua