El Combatiente N° 2 Octubre 2019 Octubre 2019 | Page 4
Tres días más tarde, el viernes 20, detuvieron a Luis Fernando Fuentes Riquelme, soltero, estudian-
te de biología en la Universidad de Chile, miembro del GPM3 (Grupo Político Militar del MIR). Cuatro
agentes lo sorprendieron en la esquina de Bilbao con Amapolas, donde debía encontrarse con un
compañero en un punto. Trató de huir, pero los agentes le lanzaron un vehículo encima; cayó, se rein-
corporó e intentó escapar de nuevo, pero fue alcanzado por disparos.
El sábado 21 de septiembre empezaron a calzar una serie de confesiones sacadas bajo torturas y
circunstancias que permitieron finalmente a la Dina establecer un patrón de la zona donde estaba
ubicada la casa de seguridad de Miguel Enríquez. En la mañana de aquel día, en una aparente fae-
na de “poroteo”, Marcia Merino Vega (la “Flaca Alejandra”) que colaboraba con la Dina, reconoció a
Lumi Videla Moya cuando ella esperaba un transporte público para ir al punto de contacto con “Octa-
vio”, segundo responsable de organización del MIR. Osvaldo Romo y sus hombres cayeron sobre ella
de inmediato. Lumi era la compañera de Sergio Pérez Molina, encargado de Organización, miembro
de la Comisión Política del MIR y amigo muy cercano de Miguel Enríquez.
Los jefes del cuartel Ollagüe, en la calle José Domingo Cañas, ordenaron “apretarla” en la tortura
puesto que sabían de su importancia en el MIR. Lumi Videla resistió los tormentos esperando que
Sergio Pérez supiera que había caído en manos de la Dina. Habían acordado que, si cualquiera de
ambos no llegaba a la casa antes de las 22 horas, significaba que estaba detenido.
Pasadas las 22 horas, Sergio Pérez cargó documentos y armas en varios bolsos y salió de su vivien-
da junto con Humberto Sotomayor Salas, que lo pasó a buscar apresuradamente. Miguel Enríquez y
su entorno más cercano percibieron entonces que la Dina se acercaba peligrosamente e iniciaron la
búsqueda de otra casa de seguridad.
A la mañana siguiente, Sergio Pérez pidió a Sotomayor que lo llevara a su casa. Tenía la esperanza
de encontrar a Lumi. Al llegar, bajó del auto Fiat 125 blanco con dos granadas en los bolsillos y un re-
vólver en la mano. Traspuso el antejardín, introdujo la llave y entró a la casa. Sotomayor, quien espe-
raba con el motor del auto en marcha y un fusil AKA a su lado, escuchó un balazo y un grito. Apretó el
acelerador y salió a toda velocidad. Los agentes de la Dina estaban esperando a Sergio Pérez dentro
de la casa.
Casi dos horas después, Sotomayor regresó a la casa de Miguel Enríquez en calle Santa Fe. Miguel
increpó a Sotomayor que no hubiera intentado rescatar Sergio Pérez y su retraso en informarle lo
ocurrido. Ambos salieron a contactar los enlaces de la pareja detenida. Era fundamental recuperar
los vínculos con los regionales del MIR y los comités de resistencia que conocían Sergio Pérez y Lumi
Videla.
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