EL BOLCHEVISMO DE MOISÉS A LENIN - DITRICH ECKART EL BOLCHEVISMO DE MOISÉS A LENIN - DITRICH ECKART | Page 8
lectores de hoy en día. En determinados puntos el editor ha añadido ciertas
notas a pie de página adicionales, señalando su carácter de tales.
I
«¡Ya lo tengo» -exclama Hitler, «ya ando encaminado! El astrónomo
tiene su propio método. Pongamos por caso que lleva Dios sabe cuánto tiempo
observando una determinada constelación de estrellas. De pronto se da cuenta
de algo: "¡Rayos y truenos, aquí tiene que pasar algo! Habitualmente suelen
guardar tales y tales magnitudes entre sí, y no éstas. Se deduce que debe
haber un influjo perturbador oculto en alguna parte". Entonces calcula y calcula
sin cesar, hasta postular con exactitud la posición de un planeta que, a pesar
de no haber sido contemplado aún por el ojo humano, tendrá necesariamente
que hallarse localizado ahí, como algún buen día se pondrá en evidencia. ¿En
cambio, qué es lo que hace el investigador histórico? Intenta esclarecer aquello
que se sale de lo común remitiéndose al propio contexto que lo circunscribe, al
marco de los actores estatales destacados que intervienen en ello. No se le
ocurre pensar que pudiera haber por ahí un influjo oculto que anda
manejándolo todo en una dirección determinada. Y sin embargo éste existe. Se
encuentra ahí desde que existe la Historia. Ya sabes cuál es su nombre. El
judío».
«¡Vaya que sí, pero pruebas, hacen falta las pruebas!» -repongo yo. «A
mí personalmente éstas me resultan más que tangibles en los últimos
cincuenta o cien años; pero también retrotrayéndome mucho más atrás, a la
postre incluso hasta antes de Cristo».
«Querido amigo» -me repone Hitler a su vez; «si leemos en Estrabón (1)
que ya en su propia época, aún reciente el nacimiento de Cristo, apenas
quedaba ya lugar alguno del orbe conocido que no se hallase dominado por los
judíos, "dominado", escribe, no "habitado"; si unas cuantas décadas antes, en
el Senado, al viejo Cicerón (2) -que digo yo que no carecía precisamente de
poder- le entra tembleque de rodillas cuando en su conocido discurso
apologético llega el momento de hacer hincapié en el gregarismo judío y la
gigantesca influencia que tiene: "...quedamente me expresaré, con objeto de que
únicamente los jueces sean los que alcancen a escucharme. En caso contrario, los judíos me
pondrían en la picota en medio de un infierno desatado, tal como suelen hacer con todo varón
devoto. No es mi ánimo alimentar su molino...". Y si a otro que tampoco es que fuera un
cero a la izquierda, sino un tal Poncio Pilato (3) . Procurador del César de Roma,
viendo cómo los judíos habían movido todos los hilos necesarios ante Augusto
antes de que le hubiera dado tiempo siquiera a pestañear, no le quedó otro
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