EL BOLCHEVISMO DE MOISÉS A LENIN - DITRICH ECKART EL BOLCHEVISMO DE MOISÉS A LENIN - DITRICH ECKART | Page 21
pueblo maldito, sisean contra los herejes, a los que en vano intentaban
dispersar, para atrapar a Cristo (56) ».
«A mí me bastaría ya con la matanza de niños de Belén», dijo Hitler.
«En la que desde luego lo que asesinaron los judíos no fue de su propia
semilla. Reza “todos los niños de Belén y sus alrededores” (57) . Que me cuelguen si no
se trata de Galilea».
«La misma historia que con los primogénitos de Egipto» -contrapuse yo.
«Sólo que en este caso es Jehová mismo el que encarga la misión, así que cae
por su propio peso que se trata de un acto religioso, esto es, aconteció un
asesinato ritual de vasta envergadura. Con el que advino conjuntamente la
Consagración del cordero pascual (58) . Qué cosa tan rara».
«Nada hay» –replica Hitler- «que delate más claramente la mala
conciencia de los judíos que su afirmación, de incalificable descaro, de que
ellos jamás habrían consumado sacrificio humano alguno. ¡El Antiguo
Testamento entero rebosa de ellos! La mayoría de las ejecuciones ocurrieron
en nombre de Jehová. No hablaré ya del propósito de Abraham de degollar a
su único hijo. En primer lugar, no llegó a materializarse; y en segundo, se me
antoja que la historia es un cuento chino de cabo a rabo. La recompensa
debida a la obediencia ciega eleva el fanatismo judío. En el caso del sacrificio
de la hija de Jefté la cosa ya ofrece un aspecto distinto. El anciano era hijo de
una prostituta, así que no era un kosher al ciento por ciento, amén de llevar
largo tiempo expulsado de entre los hijos de Israel. Hasta que no ven la cosa
apurada no volvieron a acoger entre ellos al valiente guerrero (59) . Su única
descendencia la constituía su hija. Y fue sacrificada. Sin el menor reparo en
contra; como si fuera la cosa más evidente del mundo. Siempre según la
antigua usanza. Ahora surge la pregunta de por qué ésta aún tuvo que pasar
dos meses enteros llorando su virginidad. Hasta ese momento había
permanecido inmaculada y siguió así hasta el último instante. Se sigue que
esos lloros eran en previsión de algo. ¿A quién le estaba destinada esa
virginidad? ¿A Jehovah? ¿O a un vicario de Jehovah salido del Sanedrín?».
«Ya Voltaire», aporto yo, «manifiesta su desconcierto ante el diezmo del
Señor sacado de entre las vírgenes capturadas que por norma los judíos
excluían del reparto general, anatematizándolo. Voltaire se preguntaba qué es
lo que se hacía con esas doncellas. ¿Es que los judíos conocían acaso los
monasterios? Si el diezmo del Señor no consistía en la sangre, ¿en qué
consistía entonces? (60) ».
«La táctica judía», dijo Hitler, «ha sido y sigue siendo justamente la de
esconder la cabeza bajo tierra como los avestruces, enseñando el trasero y
haciendo como si nadie se enterase de lo más mínimo. Desde el momento en
que los hebreos irrumpieron en el mundo civilizado, se repite
ininterrumpidamente la acusación de que los judíos emplean sangre gentil con
propósitos religiosos. En el antiguo Imperio romano, en la España mora, en la
España cristiana, en Francia, en Alemania, en Polonia, en Rusia, este rumor se
propaga reiteradamente por doquier a lo largo de los milenios con la misma
certeza. Resulta sencillamente ridículo catalogar tan tenaces imputaciones,
procedentes de tan diferentes pueblos matrices, en calidad de elucubraciones
calenturientas. Cae de suyo que los judíos practican tales actos. Con el ceño
fruncido niegan haber practicado ese rito en aquellos tiempos. Y Otto Hauser
los cree al pie de la letra. No existe el menor motivo, escribe, para dudar de sus
solemnes afirmaciones (61) . ¿Ah, sí? ¿Y la hija de Jefté? ¿Y los primogénitos de
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