EL BOLCHEVISMO DE MOISÉS A LENIN - DITRICH ECKART EL BOLCHEVISMO DE MOISÉS A LENIN - DITRICH ECKART | Page 20
«Todos los que han trabado conocimiento con él se expresan de tal
forma» -contrapuso Hitler, «empezando por los faraones, pasando por Goethe,
hasta llegar a nuestra época; y aquí quedan englobadas todas las lenguas
vivas y muertas: griego, latín, persa, turco, alemán, inglés, francés, japonés,
cualquiera que se te ocurra. Uno estaría tentado de creer que semejante
unanimidad absoluta en el juicio condenatorio a lo ancho del mundo entero
debería siquiera dar un poco que pensar a nuestros augures y adivinos ¡Qué
Dios nos proteja! Ni siquiera Cristo, en esa escena en la que aparece en medio
de la rastrera chusma judía, la viva imagen del desprecio y con los ojos
echando centellas, mientras sus palabras van cayendo como latigazos, es
capaz de que agucen los oídos al respecto: “Vosotros sois de vuestro padre el Diablo, y
queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Este era homicida desde el principio, y no se
mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de
dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira” (49) ; a nuestros augures y adivinos
esto les resulta como si un niño pequeño hubiera balbuceado algo
incomprensible».
«Teniendo en cuenta las patrañas que se cuentan entre ellos –de esas
del tipo de que este episodio consistiría sólo en un bienintencionado sermón de
reprobación del Señor a su amado pueblo de Israel-, no quisiera dejar de
destacar después de todo sus habilidades irónicas. Si hubiera que atenerse a
esa imagen, parecería y todo que lo que hicieron los judíos a continuación fue
postrarse a cuatro patas de pura reverencia. Estoy persuadido de que nuestros
hombres cultivados también aceptarían que esto procede de Cristo, tan
empeñados están en ver en su figura a un hebreo de pura cepa. Ya puestos,
ahora que lo pienso ello no resulta tan desacertado como parece: Sacando
partido de la imagen, resulta que los judíos llevan la tira moviéndose por ahí a
cuatro patas».
«Y Cristo» -prosigue Hitler elevando el tono de voz-, «que era la
elevación, la sinceridad mismas. ¡Por Dios, cómo es posible no darse cuenta
de que aquí se hallaban uno frente a otro dos mundos radicalmente distintos!
¿Cómo ocurrió si no en toda Palestina tras el cautiverio babilónico? Una
extensa capa basal de gentiles, y sobre ella el judío usurario, cuyo poder se
asienta en el dinero. Así figura en el Libro de Nehemias. Sombart dice que no
podría haberse deseado leer nada más explícito (50) . El punto capital: La
población autóctona, una masa de campesinos explotados, pertenecía a una
raza bien distinta de la de los hebreos. Paulatinamente le fue siendo impuesta
la fe judía. El mismo Cristo trona encolerizado al respecto: ¡que recorréis mar y
tierra para hacer un prosélito...! (51) . Así reza, de forma bien expresiva: partió de
Galilea y fue a la región de Judea (52) . Galilea era la tierra de los gentiles,
vamos, que poco había cambiado la cosa en esto, expresamente el pueblo que
habitaba entre tinieblas, tal como se jactaba la altanera comunidad judía (53) . De
ahí vienen los tan reiterados ¿Qué puede venir de bueno de Galilea?, y ¿tú
también eres galileo? De Galilea no puede despuntar profeta alguno (54) . Los
hebreos están tan firmemente persuadidos de la estirpe gentil de Cristo, que lo
incluyen entre el número de los abominados samaritanos (55) . ¡Sólo hay que
rebuscar! Tales ejemplos abundan mucho más».
«Las multitudes populares que congregaba con tan pasmosa facilidad
–ratifico yo-, ya pudieran proceder de donde procedieran, no tenían nada en
común con la judería en lo anímico, en tan escasa medida que los fariseos se
cogen un cabreo infernal al respecto. El pueblo que desconoce la Ley es un
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