EL BOLCHEVISMO DE MOISÉS A LENIN - DITRICH ECKART EL BOLCHEVISMO DE MOISÉS A LENIN - DITRICH ECKART | Page 10
ningún acento en el tintero. Ahora vayámonos a París, ANNO 1871: aquí
también siguió su curso programado el veto restrictivo de atacar a cualquier
judío. Los comuneros sólo destruían aquello que les estaba permitido; en
conjunto los muchos palacios y mansiones que tenían los Rothschild quedaron
intactos. Así comprende uno ahora cuál era el papel reclutador de Moisés, a
través del cual los judíos sacaron también de Egipto a "numerosa chusma del
pueblo"».
«En aquella ocasión la sedición sólo les salió a medias», completa
Hitler, «en el último momento los egipcios volvieron a sobreponerse y fueron a
ver si mandaban ya al infierno para siempre a los judíos, incluida la chusma del
pueblo. Para tener que llegar ya a ese extremo todo ello tuvo que haber ido
precedido de una lucha progresivamente enconada de aspecto terrorífico.
Cosas como la del sacrificio de los primogénitos delatan sobradamente este
extremo. Los judíos se habían apoderado de la voluntad de la gran masa del
pueblo, de la misma forma en que hoy ocurre entre nosotros. Primero "Libertad,
Igualdad, Fraternidad", y luego la noche elegida paso libre ya a la consigna de
"¡abajo con los tiranos potentados, acabad con esos perros!", pero entonces
vino lo que nadie se esperaba: el reducto de egipcios que aún atesoraba
conciencia nacional le dio la vuelta a la tortilla, y con el golpe Moisés y los Cohn
y los Levi de turno salieron disparados por los aires trazando un gran arco, y
sus infiltrados interiores detrás de ellos (10) . La forma tan favorable a ellos como
informa la Biblia del crudo hecho de que los obligaron a marcharse a todos
resulta un testimonio que escamotea en su conjunto lo que pasó en realidad
(11)
. Pero también es cierto que se le escapa decir al margen que los egipcios
sintieron alegría por ello (12) . Pero lo mejor sin duda es el consecuente pago
que tuvieron que encajar los obtusos cómplices de los judíos: Ya que tanto los
adoraban antes ahora se les quedaría para siempre el sobrenombre de la
chusma del pueblo. Eso por haber sido tan buenos camaradas. En mi opinión
deberían haber seguido haciendo buenas migas con ellos en el desierto«.
«La matanza de los 75000 persas en el Libro de Esther comparte sin
ninguna duda ese mismo trasfondo bolchevique» -digo yo pasando a otro
escenario. «Los judíos no pudieron haber encauzado algo así ellos solos».
«Como tampoco pudieron haberlo hecho cuando el temible
derramamiento de sangre que diezmó a la mitad del Imperio Romano bajo el
Emperador Trajano», ratifica Hitler. «¡Cientos y cientos de miles de gentiles de
inmaculada sangre fueron matados como bestias en Babilonia, en Cirene, en
Egipto, en Chipre, la mayoría bajo los más espantosos martirios! Los judíos
siguen regocijándose de ello aun hoy en día. El historiador judío Graetz (13)
exclama triunfalmente que si los diversos focos insurrectos de la sublevación
hubieran actuado sincronizadamente, el inmenso coloso romano incluso podría
haber recibido el golpe de gracia ya entonces».
«Los judíos» -hago notar yo- «insultan nuestra conmemoración de
Sedán tachándola de bárbara; en cambio, su celebración bianual del Purim en
todas y cada una de las sinagogas -que todavía hoy sigue en pie, a pesar del
inmenso período transcurrido- conmemorando su heroica gesta de 75000
persas masacrados, les parece la cosa más normal del mundo».
«Somos nosotros los que se lo consentimos» -estima Hitler de modo
cortante. «Estamos ciegos; así que cómo vamos a ver tampoco la evidencia de
lo que leemos. El jefe de la chusma, el casto José, llevaba ya largo tiempo
haciendo las maniobras previas mucho antes de que tuviera lugar la primera
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