El Asegurador Mayo 31, 2020. | Page 26

26 Ciudad de México / Mayo 31, 2020. el tío cool Luis Lara [email protected] LuisLara.FreeSoul De la peste a la digitalización La peste aceleró el Renacimiento, tal como hizo la irrupción de la COVID-19 con la digitalización, especialmente en el sector asegurador, industria que, desde mi perspectiva, aún se resistía a dar pasos firmes en el camino hacia la transformación digital. Durante la Edad Media —época que de “media” solo tuvo el nombre— fueron las resistencias sociales y religiosas las que impidieron un avance acelerado en el orbe. Es ocioso hablar del nuevo coronavirus y paralelamente no prepararse para sus consecuencias. Habiendo revisado los efectos que generó el distanciamiento social, se concluye que los medios electrónicos nos “acercaron” como sociedad. En tal sentido, sigo dudando de si también nos unieron como especie. Muy pronto quisimos hacer lo mismo por diferentes caminos: cursos, conferencias, webinars… Parecía que la cantidad de horas frente a la pantalla podría subsanar la distancia social, por lo que seguíamos sin distinguir el camino, ya que todo “permaneció” igual en cuanto a relaciones interpersonales. De ahí que lo único que se haya modificado fuera el medio de transmisión. Insisto: renacer no es hacer lo mismo por diferente medio; renacer implica ver el mundo con una nueva mirada, iniciando por ser mejores personas —convivir, descansar, crecer, etcétera— y siguiendo con una propuesta diferente de valor para tus clientes, lo que se percibirá como un nuevo servicio. La respuesta a esta promesa es la clave de los siguientes años. Escribo este artículo en pleno pico #Seguros #Ventas de la pandemia —espero que así sea—, y aún percibo de manera muy difusa los grandes cambios que todos esperaríamos para las pequeñas y medianas empresas de agentes de seguros. Me concentro ahora en las preguntas base para este renacimiento: ¿cómo entender ahora los motivos por los que se compra un seguro? ¿Cómo interactuar en un mundo tridimensional plano? ¿Cuáles son las variables que determinan mi éxito? ¿Qué posibilidades existen para crecer en este momento? Esta última pregunta parece al menos insensata en momentos en los que todo el mundo está concentrado en sobrevivir. Si estás concentrado en sobrevivir, eso pasará; es decir, en donde pongas tu mente ahí todo florecerá. Insisto: recuerda la Edad Media. Los que pensaron después de la peste que todo seguiría igual pues dejaron de existir. Los que visualizaron los cambios y se adaptaron al entorno y nuevas condiciones realizaron las grandes obras. El resultado está en la mente del asesor: ¿quiero reinventarme para posicionarme y crecer o quiero protegerme para sobrevivir? ¿Cuál de los dos paradigmas guiará tu camino? Si estás pensando en carencia o en abundancia, sé cuidadoso, porque eso atraerás. ¿Sigues pensando en ciudades medievales amuralladas o estás pensando de manera cuántica? De manera cuántica significa sopesando los límites de espacio y tiempo, que hoy ya no existen. En cuanto al espacio, antes por distancia física era posible una actividad limitada; ahora eso no existe. Antes definías tu lugar de trabajo con base en tu oficina. Eso ya no existe. Antes vivías cerca de tu lugar de trabajo y clientes. Eso ya no existe. Solo echa un vistazo a Europa: los inmuebles en Madrid están bajando de precio, y las fincas cerca de las grandes ciudades están subiendo de valor. En cuanto al tiempo, antes atendías a tus clientes cerca, para maximizar tu tiempo; eso ya no existe. Tu actividad —principalmente en las grandes ciudades— estaba limitada por los traslados. Eso no existirá. Los horarios estaban basados en horarios de negocio. Aún no tengo claro cuáles serán los nuevos. Lo que espero también es que se tenga el tiempo para darse ese lujo de reunirse por el placer de conversar con las personas, y no solo para negocios. Las entrevistas de trabajo serán diferentes. Antes no tenías tiempo de ver a las personas queridas, y mira hoy: te quejas de tener mucho tiempo. ¡Qué paradoja! Sobre todo, espero que todo esto traiga una mejor vida en la que el descanso, la posibilidad de no hacer nada y la creación sean tu renacimiento; y tu propuesta de valor se base en las emociones, y no en la productividad. Te lo aseguro Hugo Silva [email protected] La nueva “normalidad” “¡Bienvenidos a la nueva normalidad!” suena extraño… ¿En realidad estamos ante algo novedoso? ¿Será que efectivamente el temor de muchos fatalistas (me incluyo) respecto a situaciones que rogábamos no vivir —guerras bacteriológicas, por ejemplo— mutó en impactante realidad? ¿Qué rayos hicimos como especie que nos orilló a obtener como respuesta un agresivo intento de supervivencia por parte del planeta? La respuesta, queridos amigos, es que hemos sido indolentes, irresponsables y perezosos. Respaldo esta afirmación remontándome a los primeros contactos conscientes con nuestro entorno. Con toda seguridad, más de uno recordará aquellas añoradas lecciones de Ciencias naturales, sí, en los célebres libros de texto (que además eran la única herramienta de consulta de primera mano con la que contábamos). Ahí destacaba ya el grave problema que representaba la contaminación, la sobreexplotación de los recursos naturales, la terrible dependencia respecto a los combustibles fósiles y el cada vez más preocupante incremento de la densidad de población, solo por señalar algunos. Pensábamos que el destino era un horizonte tan lejano que difícilmente nos tocaría; pero no solo nos alcanzó, sino que nos atropelló de forma brutal. En esta circunstancia, en esta época, estamos viviendo el inicio de un proceso evolutivo que no solo gestará al nuevo ser humano, sino que también ayudará al establecimiento pleno de la sociedad virtual, el teletrabajo como forma habitual de generar riqueza, la dependencia casi absoluta (¿más?) frente a la tecnología, las relaciones frías, el criterio vacío, la mentira fácil escondida tras la pantalla de la computadora, el sexo virtual y situaciones tan absurdas como la representación de la descendencia en forma de tamagotchi. ¿Suena familiar? ¡Claro, porque es nuestra realidad! Lo verdaderamente conmovedor es que, contrario a lo que señala el genial Bruce Springsteen al cantar We didn’t start the fire, nosotros, #Opinión los habitantes de la esfera azul, sí iniciamos este pandemonium. El proceso evolutivo —por definición— es constante. No negaremos que el actual muestra claros indicios de una aceleración pocas veces vista. Tenemos frente a nosotros la forma en que opera el proceso de selección natural, aportación de Charles Darwin, la cual se considera el eje de la evolución. Así, solo los individuos más aptos logran sobrevivir. Adaptarse o morir, reza el lema. Abriendo un paréntesis breve para contextualizar, diremos que esta crisis sanitaria nos ofrece ambas caras de la moneda, lo mejor y lo peor, lo sublime y lo absurdo, lo que es cierto y lo que no lo es, la virtud y la ignominia. Claramente me refiero con esto al comportamiento —en esta contingencia de salud— de la población en nuestro país. Mientras que algunos se han apegado responsablemente a las medidas de mitigación y control (incluso sin estar de acuerdo con éstas), otros irresponsablemente hacen caso omiso de ellas, con lo cual se ponen en una situación de alta vulnerabilidad, arriesgando no solo su propia persona sino la salud de los de su entorno y generando con ello un contagio geométrico cuya expansión puede ser incalculable. Se inicia la selección natural. Vemos cómo amplios sectores de la población se encuentran cegados por la negación absurda y necia del problema, adoptando posiciones incomprensibles, decisiones estúpidas revestidas de valentonismo. Pareciera que con orgullo se abandonan a la conducción mansa y voluntaria al precipicio de la insuficiencia hospitalaria, en una actitud equiparable al autoexterminio. Por el contrario, hay quienes se apegan solidariamente a las medidas de contención, insisto, a pesar de que en la mayoría de las ocasiones dicha práctica implique muy altos costos en todo ámbito. Es en este “momento de verdad” cuando la adaptación genera trascendencia y la paciencia rinde el fruto más apetitoso jamás atesorado como ahora: la conservación de la vida. En el ámbito empresarial, la situación es idéntica; aunque la adaptación en varios sectores (servicios, por ejemplo) fue extraordinariamente rápida. Así, hemos pasado de la comprensible incertidumbre y quizá incredulidad a la operación vigorosa de un respetable porcentaje de unidades productivas. No obstante, sigue en juego la viabilidad de un gran número de mipymes, con el respectivo efecto en la fuente de ingreso de miles, quizá millones, de trabajadores. Esta nueva realidad, aderezada además con el abandono gubernamental, nos lleva a aguzar el ingenio, a simplificar operaciones, a adaptar productos, a evaluar la viabilidad de los existentes, a especializar la cobertura y a mejorar la atención. La actual situación va más allá del célebre “momento de verdad”; estamos inmersos en la “verdad del momento”, en la cual la cercanía de los especialistas patrimoniales debe ser constante, cálida, empática y, por supuesto, como siempre, de alta calidad. ¡Te lo aseguro!