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Ciudad de México / Junio 15, 2020.
#Opinión #Seguros
La sobada frase de que tuvo que ser
una pandemia lo que finalmente
nos despertara no parece desatinada.
Sin el freno que se impuso por
medio del confinamiento, muchos permaneceríamos
aletargados, y me incluyo
entre ellos.
Curioso, diría yo, que la enfermedad
COVID-19 haya encerrado en casa a millones
de personas, que se preocupaban
por no contagiarse, por no enfermar,
como si el cuerpo hubiera sido para la
mayoría una preocupación consciente
antes de que el coronavirus hiciera presencia.
Resulta comprensible que, al tener que
permanecer en casa, durante los primeros
días las reacciones fueran divergentes,
pues no pocos recordarán que hasta
nos recomendábamos series, películas y
toda una variedad de entretenimientos,
casi como si fueran vacaciones.
Luego, sin embargo, más para unos
que para otros, las cosas comenzaron a
dificultarse. La economía comenzó a ser
un factor crítico en la vida de muchas
personas, de muchas familias. El ambiente
empezó a enrarecerse, sobre todo
por la falta de certidumbre.
Al temor de ser contagiados se agregó
la preocupación de no tener recursos
suficientes para hacer frente a las
necesidades básicas. La desinformación
comenzó a hacer estragos también. La
polarización inducida por discursos
con mensajes cuestionables continuó,
continúa.
En ese contexto, como quiera que
sea, cada cual comenzó a responder a
la situación de manera distinta. Esa respuesta
es producto de varias situaciones,
pero sin duda, como dice Luis Rojas, un
Realidades
Nissim Mansur T.
[email protected]
La realidad es que el mundo de hoy está totalmente
comunicado.
Por lo mismo, la epidemia de COVID-19 se
pudo propagar por todo el planeta.
Realidad es que la enfermedad que hoy azota
a todo el mundo hiere más a los países pobres
por su falta de recursos para enfrentarla.
Realidad es que los pronósticos para conocer
cuándo terminará el padecimiento son muy relativos
e inexactos.
Realidad es que hoy ya se tiene que salir a
trabajar y producir, a pesar de la epidemia,
porque hoy es necesario; y mañana será más
necesario.
Realidad es que hoy los enfermos de CO-
VID-19 se curan en un 90 por ciento.
A mediano plazo, a partir de hoy, se esperan
resultados alentadores.
Y no hay más alternativas.
con Genuario Rojas
¿Cómo cuidas a quien
más le hablas?
psiquiatra español, tiene que ver con lo
que cada quien se está diciendo acerca
de la pandemia.
Desde una perspectiva simple (y hasta
simplona) de la comunicación, ésta
se trata de ese proceso a través del cual
#DesarolloHumano
alguien (emisor) le dice algo (mensaje) a
otro (receptor) con algún signo (voz, letra…)
valiéndose de un medio (escrito,
digital…) y con algún motivo en mente
(la intención que se persigue).
Lo normal es entonces que, cuando
uno se dirige a otros, siga ese proceso
y lo haga con alguna intención, sea ésta
consciente o inconsciente.
De ahí que en medio
de una experiencia
como la que el mundo
está viviendo haya
respuestas de distinta
índole al fenómeno. La
incertidumbre es un
factor que no es extraño
en muchos sentidos.
Tanto es así que un
asunto como los seguros
o las fianzas tienen
un lugar para reducir
efectos probables de un acontecimiento
determinado.
Pero tanto si una persona se siente
optimista y esperanzada como si se
siente afectada por la desesperanza y la
ansiedad, ello es resultado de los mensajes
que llegan hasta ella. Son tantos esos
mensajes que muchas veces un individuo
no logra interpretarlos a cabalidad.
No obstante, señala el psiquiatra
¿Qué tanto
hemos reído
en estas
semanas de
confinamiento?
mencionado, lo más relevante es lo que
cada uno de nosotros se dice y el nivel
de emocionalidad con que se expresan
esos mensajes.
Si nuestra mente toma el control, algo
distinto sucederá, porque nos ayudará a
cobrar conciencia de nuestras posibilidades.
Cuidar nuestro cuerpo se volverá
entonces algo congruente. Después de
todo, esa parte material no es más que
nuestro instrumento de aprendizaje, de
ejecución.
A veces, sin embargo, parece que el
cuerpo manda, y que lo hace al grado de,
por así decirlo, tomar la forma que quiere,
por desgracia haciendo de este país
un lugar lleno de obesos con enfermedades
crónico-degenerativas.
Rojas ha dicho en una conferencia
que nadie más habla con cada uno de
nosotros que nosotros mismos, y de ahí
lo que nos digamos, algo que cobra importancia
capital cuando compartimos
la existencia con otros, en especial si
esos otros son niños, a quienes les “hablamos”
utilizando distintos códigos.
En este proceso de comunicarnos con
nosotros mismos habría necesidad de
una mayor conciencia de lo que nos decimos
y de cómo nos lo decimos.
A veces parecería que las condiciones
actuales solo nos conducen a “ser serios”,
precisamente por el paradigma que nos
hemos estado formando respecto de la
pandemia. ¿Qué tanto hemos reído, por
ejemplo, en estas semanas de confinamiento?
¿Cómo anda nuestro sentido
del humor?
Parecería hoy que muchos nos hemos
acercado al dios en el que creemos
como una respuesta al miedo más que a
la confianza. Finitos, como somos, aunque
no sabemos cuándo nos tocará marcharnos
de aquí —de ahí el seguro de
Vida—, a unos más que
a otros les ha crecido el
temor a morir, lo que fatalmente
ocurrirá.
¿Qué tanto has reído
en estos tiempos?
Yo, después de escuchar
al psiquiatra, caigo
de nuevo en la cuenta de
que soy un mal contador
de chistes, pero muy bueno
para celebrarlos con
risas y carcajadas. Suelo
reírme mucho de mí, de
mis tonterías, incluso de
mis desatinos.
¿Y si nos proponemos buscar mensajes
que nos hagan reír, sean éstos chistes
o anécdotas? Podemos reír a carcajadas
sin dejar de cuidarnos, de verdad;
y no solo ahora, sino siempre. Necesitamos
estar y sentirnos bien mentalmente
para cuando todos volvamos a las calles,
a las oficinas, a las actividades que
nos ocupan.
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