Dúos Nº4 | Page 7

correctivo democrático. Les convenzo con tres razones.

Primera, permite depurar las listas de aquellos políticos sobre los que planee la sombra de la corrupción. Eso no implica echarlos para siempre, no hay necesidad de lloriqueos. Cuando la Justicia dicte sentencia, se les readmite o se les expulsa. Punto.

Segunda, se cambia el programa electoral, a poder ser, por uno que no se vaya a incumplir al 90%. Desde las subidas de impuestos hasta la frustrada ley de mecenazgo, desde los recortes en Sanidad y Educación al “pensionazo”, nuestro Presidente no ha mantenido hasta la fecha ni una sola de sus promesas electorales. Tiene una oportunidad única para rectificar una victoria basada en la mentira.

Tercero y último: el PP obtuvo en 2011 la mayoría absoluta (que ha utilizado a discreción y sin limitaciones) gracias a una intención de voto del 44,6%. Eso se ha reducido hoy hasta un 23,9%. Es hora de que las urnas reflejen la nueva situación: se han de atajar excesos de poder como los practicados hasta ahora, y comenzar a gobernar mediante pactos con las demás fuerzas políticas. No será tan divertido como antes, pero sí mucho más representativo.

Insistamos, no se pretende un cambio de partido, o un “referéndum” sobre corrupción (la corrupción suele ganar). Simplemente cumplir estos tres puntos, para que el propio Gobierno pueda legitimarse con algo más que los estériles discursos proferidos hasta la fecha.

QUE SE ACABE EL ESPEJISMO

Por Óscar Sainz de la Maza Escudero

Es duro. Pero lo que se está revelando estos días sobre posibles cobros en negro por parte de la cúpula del partido en el Gobierno pide a gritos la convocatoria de unas elecciones anticipadas. Grítese lo que se quiera: amenazas de inestabilidad o presunciones de inocencia (muy aceptables, por otra parte, hasta que se demuestre lo contrario). Pero si en Alemania se fuerzan dimisiones por plagiar tesis doctorales, un escándalo de estas dimensiones supone una falta de confianza a la que se debe responder ante las urnas.

Déjenme aclararles. No pretendo decir que si las urnas les vuelven a favorecer, eso implique también que “les estén dando la razón”. No, eso ya es un clásico en este país de tramposos. Tampoco pretendo necesariamente que se sustituya al partido en el Gobierno; de hecho, es posible que eso no tenga por qué suceder. Lo cierto es que la convocatoria de elecciones resulta un imprescindible (y muy europeo) correctivo democrático. Les convenzo con tres razones.

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