Dúos Nº4 | Page 4

PRIMER GOLPE ¿DEBE ABDICAR EL REY?

QUÍTAME AL REY PERO NO ME TOQUES LOS COLORES

Por Alfredo García Villanueva

No será un servidor quien dude de la labor del Rey al servicio de la Transición, ni quien discuta los galardones que ha recibido en 1982, 1995, 1997 o 2011; sin embargo considero menester someter a debate ciertas cuestiones: ¿Sigue siendo su Majestad el símbolo de unidad que antaño fue? ¿Continúa siendo la Corona una institución necesaria para la estabilidad nacional?

El desempleo y la corrupción, han provocado la aparición de un malestar general respecto de las instituciones estatales y del que la Corona no está exenta. Además, los numerosos recortes hacen que cada vez sean más los que entiendan que la asignación presupuestaria a la Corona es otro de los gastos que necesitan desaparecer, ya que a pesar de su reducción (actualmente el presupuesto es prácticamente idéntico al de 2006), supondría un ahorro de 7,93 millones de euros.

Por si fuera poco, los recientes “culebrones” de la Casa Real han dañado su imagen hasta el extremo de que hoy día, lejos de estabilizar la nación, es ya una fuente de tensión más. La ruptura de relaciones con Urdangarín, o la disculpa por el episodio de Botsuana, son respuestas que muchos vemos cuanto menos insuficientes y que siguen dejando ese sabor amargo en la boca de que “los de arriba siempre se salen con la suya, mientras pagamos los de abajo”. A este efecto, empiezo a pensar que ha llegado la hora de que su Majestad se haga verdaderamente responsable de su actual fracaso como emblema nacional y en consecuencia, abdique, dando ejemplo desde la cúspide del sistema a todos aquellos lastres que aún le tienen alergia a la dimisión.

Además, con respecto a la idoneidad del momento actual para semejante cambio, quisiera subrayar que la historia enseña que pocas son las reformas que se acometen en época de bonanza, y que no hay mayor símbolo de compromiso con la mejoría, que el de eliminar todas aquellas instituciones caducas, como la existencia de una corona hereditaria, que dificultan el pleno desarrollo de la verdadera democracia.

Por tanto, no puedo cuanto menos expresarme a favor de la abdicación de Don Juan Carlos I y de la constitución de una República Española cuya cabeza sí sea elegida por el ciudadano. Eso sí, los colores de la bandera ni tocarlos, que lo de la franja morada es de un hortera desmedido.

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