DOXA 1 | Page 18

doxa 18

menos a enfrentarse a la cultura, y, salvo excepciones, califican a los profesores esforzados e informados más por su vida privada o extra-aula que por su eventual sabiduría y su discernimiento. Felizmente, esto va eliminándose entre los jóvenes.

Aquí cabe transcribir lo que Guadalupe Pérez Castaño, investigadora del Departamento de Contexto de la Educación del Centro de Investigaciones y Servicios Educativos de la UNAM (CISE) dice acerca de la “excelencia académica”. Veamos:

Otro aspecto fundamental para que la Universidad del siglo XXI asuma sus funciones, es que haga bien lo que tiene que hacer. Rechazamos la imagen de “excelencia académica” en el marco de simplemente alcanzar estándares altos en una profesión determinada; excelencia académica extendida sólo como alumnos de diez, profesores con cien por ciento de asistencias o investigadores de “altísimo nivel” pero sin conciencia de la función social de su profesión o de la importancia social de ser un buen estudiante o profesor. La investigadora del ClSE continúa así:

Consideramos que más que “excelencia académica” debemos propugnar una formación integral del universitario, entendiendo por universitario a cualquier estudiante, profesor, universitario, técnico, funcionario, empleado, que se sienta personal e internamente comprometido con la esencia de la Universidad y la búsqueda de la función social de la misma.

La formación integral del universitario debe ser no sólo un proceso, sino la vivencia de un “ambiente” cultural de superación intelectual, de responsabilidad personal. Es, consideramos, una necesidad de supervivencia lograr que el estudiante, el académico y el empleado se encuentren en un ambiente que les permita convenirse en “universitarios”, asumir en lo personal estos objetivos y vivir lo mas plenamente posible este ambiente cultural fomentando los valores emocionales12.

12 Guadalupe Pérez Castaño, “Hacia la comunidad universitaria”. En Perfiles Educativos,

Ene-Jun-1990, Núms. 47-48, CISE, p. 13 y 14.

AMPLIA CULTURA Y MULTIDISCIPLINA

“El hombre sabio no lo es en todas las cosas” dijo Montaigne, y es cierto, pero también puede saber muchas de ellas, con mayor o menor profundidad, sin ser tenido como sabio. Este es un ideal del profesor, o sea, que conozca bien su disciplina y que sepa muchas cosas más, ajenas a ella, aunque no fuera reputado como sabio.

El estudio constante moldea al buen profesor, cuando no se vuelca sólo sobre la materia que imparte, también en las afines y aun en las que no lo son. Esto es válido y cierto esencialmente en el bachillerato, en donde el educando se encuentra en proceso de transformación y se acerca al límite oficial para escoger la especialidad que le atraiga. El maestro, cualquiera, debiera poder ser su orientador, pues conoce -es esta la hipótesis- todo lo que el alumno puede plantearle para la decisión de escoger, al dar el salto hacia las escuelas superiores. También los profesores del posgrado y aun los investigadores más experimentados en alguna especialidad tienen el deber, que su propia ciencia les impone, de acudir a otros campos en busca de recursos auxiliares.