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Nunca está de más que el investigador de muy alto nivel en el campo de las letras clásicas, por ejemplo, sepa algo en serio de termodinámica, o que el astrofísico se regocije leyendo las rimas de Gustavo Adolfo Becquer.
Si la memoria aún no me falla, era Azorín quien decía que él, para tener un vocabulario más amplio, no leí tanta literatura como libros de jardinería, de carpintería o de plomería y otros. Y en una noticia de 1991 dada por Natalie Angier de The New York Times cuyo encabezado fue (en el Excelsior) “Grupo de biólogos aplica técnicas lingüísticas para descifrar la gran línea espiral de las letras del DNA”, se muestra claramente que estos super especializados investigadores tenían que conocer, y muy seriamente, sobre lingüística para aplicar sus técnicas, aun cuando fuera analógicamente, al campo de la biología molecular. “(Edward) Trifonov, quien es tal vez el especialista que está profundamente más en esta investigación, compara las secuencias genéticas a las lenguas antiguas como el hebreo, el etrusco o el latín”. En aquellas lenguas, los textos eran escritos de una manera ininterrumpida, sin espacios que separaran una palabra de otra. De manera similar, la molécula del DNA, en la forma como se encuentra cubierta densamente configurando la célula, está construída por un hilo ininterrumpido de billones de nucleótidos, con ninguna pausa aparente entre el final de una palabra que indique algo, como por ejemplo una parte de proteína y el principio de otro aminoácido que construya otro segmento. En las lenguas antiguas, la escritura era privilegio de la gente educada, quienes no parecían tener la necesidad de utilizar espacios entre sus palabras -dijo Trifonov-. Aparentemente, las secuencias de nucleótidos no necesitan espacios tampoco.
A esta especialidad se le llama nada menos que Biolingüística. Sorprendentemente, el artículo concluye así: “Y con todo lo que queda por ser aprendido del lenguaje de la molécula principal de la vida, los científicos necesitan todas las ideas que puedan imaginar”.13
En el ámbito del conocimiento, todo está conectado con todo, del mismo modo que los fenómenos se encuentran universalmente vinculados entre sí. Los grandes maestros de la humanidad, en sus diversas áreas, no han sido mentes cerradas a las disciplinas ajenas y ello mismos se han acercado a diversos campos, o se les ha vinculado a ellos, para bien o para mal. El profesor de Biología que explica la selección natural y la supervivencia de los más aptos no puede ignorar que existe una doctrina llamada “Darwinismo Social” (Gobineau) que es y ha sido una de las tesis racistas más violentas, que denigra la figura del gran investigador inglés; quien explique literatura y comente a Dostoiewsky, tendrá que tener noticias de que el enorme escritor ruso se adelantó a Freud en sus concepciones, y fue un anarquista pre-revolucionario; el que enseña matemáticas no podrá ignorar que, además de los Principia Mathematica, uno de los libros más importantes de nuestro tiempo, Bertrand Russell escribió ensayos filosóficos sobre diversos aspectos de la vida cotidiana,