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Rigor y Sentimiento

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submundo que nada tiene que ver con ese centro de trabajo. El profesor que sabe de su disciplina, pero que no se arriesga a acercarse a otras, mejor que se quede encajonado en la suya propia y no tome la pseudoinformación cultural de aquellos medios. En ellos sólo aprendería, en el menos malo de los casos, comunes que muy probablemente sus alumnos conocen más y mejor. No ayuda en nada y en cambio impide la comprensión de la clase, y conduce a la vulgaridad y la torpeza. Al ejemplificar, no se puede tomar sin rubor lo que habla un locutor, una cantante o una tonada en boga. Hacerlo es una de las modalidades más inmundas de la grosería.

Las citas de la pseudocultura de masas pueden hacerse, sí, pero para ejemplificar la estulticia, y ello con la debida cautela y con decoro. Así como para los ‘apocalípticos”, según expresión de Eco, toda la cultura de masas está conformada con Lugares comunes, así también para los “integrados” hay en ella lugares más comunes que otros. Por eso, para estos, es menos dañino y menos torpe citar a ciertos “comunicadores” sociales que a otros. Y hay que hacerlo, si se hiciera inevitable, con sumo cuidado, y nunca como se cita una fuente bibliográfica.

Sólo el maestro verdaderamente sabio quedaría libre de pecado, silo hiciera, porque se verificaría que su información es en verdad universal, y que abarca hasta las baratijas. Sin embargo, esto no es más que una hipótesis. Difícilmente escucharemos a nuestros héroes culturales universitarios citar al cantante de gala de los domingos. A menos que se tratase de un maestro que es eso lo que estudia, pues de la misma manera que se estudian los conceptos, los números, los fenómenos naturales o los animales, también hay investigadores que estudian a los bobos y sus boberías, así como las razones por las que se les aplaude y ganan dinero.

El profesor debe seguir y enseñarlo, el mensaje contenido en la anécdota de Groucho Marx: “A mí -dijo- la televisión me resulta sumamente educativa. Cada vez que alguien pone a funcionar la tele, yo me voy a otra habitación y leo un buen libro’. Y, de veras, si a la UNAM se le considera una universidad de ‘masas”, por la composición y la enormidad de su población, sería

lamentable hacerla asimismo “de masas por la pseudocultura de masas que ahí se transmitiera.

Tampoco se puede eludir un tema de geografía o de historia para hablar de los asuntos privados, sin que medie relación alguna con la lección; ni de los públicos, sin que venga al caso, ni siquiera de los propios del plantel, sin la debida oportunidad. Tales serían actitudes y conductas zafias, que sólo recordarían con simpatía los ex-alumnos lerdos; conductas y actitudes que no quedan incluidas dentro de la emotividad didáctica, pero sí dentro del egocentrismo y la tontería.