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Leonardo no estaría en haberle imprimido la extraña sonrisa. También leo que Colón fue noruego, según un historiador noruego; y catalán, según uno catalán, La indeseable es hacer todo esto con el afán oportunista del comerciante o de los “buscadores de prestigio”, y no con el del investigador de la verdad, aunque no se alcance. 14 Gregorio Marañón, Op. Cit., p. 55.

LA CLARIDAD EXPOSITIVA

Ortega y Gasset decía que la claridad es la cortesía del filósofo, y esto puede extenderse a la cátedra y a La investigación sobre cualquier tema.

“Claridad”, sin embargo, no es lo mismo que obviedad. Con aquel término sucede algo similar que con el de ‘evidencia” en su sentido filosófico y científico. Etimológicamente, lo evidente es lo que se encuentra ‘a la vista’; en consecuencia, no podemos dudar de ello: lo estamos viendo. Pero lo evidente en su sentido filosófico no es algo que físicamente se encuentra ante nuestros sentidos. Más bien es lo “visible”, pero para el entendimiento y por ello, como los axiomas, por ser verdades “evidentes”, no requieren demostración. Pero es el caso, que si no cuento con ciertos elementos básicos y con ciertos recursos, la evidencia intelectual no hace acto de presencia.

Así sucede con la claridad, que es un término pariente de la obviedad, de la evidencia y de otros similares. La claridad no se da para todos, ni es un producto unilateral que vaya de labios del profesor como sujeto activo a los oídos de los estudiantes, como sujetos receptores y pasivos. El profesor tiene que tomar en cuenta a su auditorio para ser realmente claro. Si lo hace y no es claro, entonces y sólo entonces la responsabilidad no es suya, es de ese sector de sus oyentes para quienes no es claro, Ahora bien: tomar en cuenta al auditorio supone ciertas medidas como las que a continuación describo. No dar nunca como supuesto el conocimiento de ciertos antecedentes. Tendrá que recordarlos en el aula, aunque fuera brevemente.

Rigor y Sentimiento en la catedra José Castillo Farreras

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