disciplinas; Theilhard de Chardin, además de sacerdote, fue paleontólogo, filósofo y un excelente escritor. Los no tan grandes, e mclusive los muy pequeños, podemos incursionar decorosamente en diversas especialidades, contando con nuestras habilidades, y a nadie puede prohibirse que lo haga. Más aún, en la medida que lo hiciera crecería, por lo menos en benevolencia y humildad. Dice Marañón:
Nada más desagradable que esos sabios envidiosos que viven en perpetuo acecho de los tropiezos de los demás y, entre ellos, en permanente rivalidad de plazuela. El sabio en cambio, que además de su ciencia sabe tocar el violín, es probable que se sienta inquieto por los violinistas, pero mirará, seguramente, a los otros investigadores con generosidad. Esto es progreso moral y debemos fomentarlo14. No es necesario, aunque fuera lo deseable, realizar una proeza en la investigación, un gran descubrimiento, una obra de creación que conduzca a los honores y la gloria. Son pocos los que lo han logrado. Pero el hombre con vocación no busca esto, simplemente se entrega a sus pesquisas y, si lo alcanza, aquello te habrá dado “por añadidura”. Tampoco se enfrenta, ni tiene por qué hacerlo, invariablemente a los problemas más ingentes de la Humanidad o del Universo.
Investigar sobre una minúscula porción de lo existente, conocerla y después comunicar este conocimiento ya es relevante, pues la partícula más infinitesimal del mundo material y de la vida, es siempre una maravilla y alcanzar su conocimiento, otra. Lo importante en estos casos es atreverse a investigar lo aparentemente fútil, elemental y secundario. Yo suelo decir a mis alumnos “que se atrevan”, y encontrarán que no es tan secundario, ni tan elemental, como piensan los timoratos y los soberbios. Un maestro mío me decía que si no puedo construir un sistema filosófico, ni filosófico-jurídico, pero indago sobre una porción olvidada del derecho o de la filosofía, habré participado en la investigación del Universo.
Leo en el periódico que la Gioconda no reía: sufría semiparálisis derecha, según Jacques Comtet, especialista en enfermedades óseas, Esto no cambiará el mundo, pero tiene su importancia, pues si fuera así, el genio de Leonardo no estaría en haberle imprimido la extraña sonrisa. También leo que Colón fue noruego, según un historiador noruego; y catalán, según uno catalán, La indeseable es hacer todo esto con el afán oportunista del comerciante o de los “buscadores de prestigio”, y no con el del investigador de la verdad, aunque no se alcance. 14 Gregorio Marañón, Op. Cit., p. 55.
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