ero inquirir sobre la "realidad”, independientemente de toda teoría válida sobre la realidad, es esperaren una escuela una respuesta imposible, o flagrantemente mentirosa, o propia de la anti-escuela: de la ignorancia. Distinto sería sise preguntara sobre cuál de las múltiples teorías acerca de cierto tema, explicadas en clase, es la que el exponente considera más acertada, o cual de ellas acepta, porque las opciones de respuesta son también múltiples, y la pregunta en el caso se formula estrictamente sobre “preferencias”, no sobre la verdad. Las respuestas pueden ser: ésta, estas dos, la última que expliqué, en parte ésta y en parte aquella, ninguna... y así sucesivamente. Diferente, sin embargo, sería si se inquiriera sobre cuál de todas es la ‘verdadera’, pues en infinidad de campos, y no sólo en los de las humanidades y las ciencias sociales,
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Rigor y Sentimiento en la catedra José Castillo Farreras
algunas verdades son sólo circunstanciales, o sólo hipotéticas y lo son ante sus contrarias, que asimismo son hipotéticas o circunstanciales. Tal interrogante no tiene lugar, no procede, aunque el profesor se vea en la obligación de explicar por qué no procede. A pesar de todo, lo sugestivo del asunto, en ciertas asignaturas, está, para el alumno, según creo, en la posibilidad de muchas respuestas válidas y, sobre todo, en la de poder él mismo escoger. También en la reflexión que pudiera hacerse de que “quizás’ ninguna es verdadera. Esto, me parece, y creo que al alumno inteligente y malicioso también así le parece, resulta siempre fascinante. Pero si así no fuera con el alumno, el maestro seducido por toda esa gama de disyuntivas, deberá tener la sensibilidad suficiente para interesarlo, si así lo expresa con emotividad, pero no con una emotividad pura, sino con una razón emotiva o con una emotividad racional. El alumno inclinado hacia las ciencias experimentales, probablemente esperará una sola respuesta válida y no más; el interesado por las humanidades se deleitará al saber que no sólo dos o más respuestas puede admitir, sino que él mismo podría encontrar otra también aceptable.
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