La hostilidad hacia su siglo se mostró frecuentemente en sus páginas y en sus versos. Sin embargo esta soledad espiritual no le quitaría nada a lo fascinante de su poesía, ya que en ésta, por su propia naturaleza, siempre se encuentra una voz individualista, y no el eco y el reflejo de su tiempo. Por lo tanto, esta impresión de un total distanciamiento, de él y de su obra, del siglo en el cual vive, es equivocada, ya que Leopardi aún en su soledad estaba totalmente compenetrado en la historia de su tiempo, y prueba de ello es el contraste de ideas que se verifica en él, al pasar del iluminismo al romanticismo; como en sus tristezas frente a la vida, y el debate entre lo real y lo ideal, y en su misma ansia de infinito, se expresa, ciertamente, en formas individualistas, la vasta y compleja alma del Romanticismo. También en su forma literaria y en la técnica misma de su poesía, se asiste al paso de las tradicionales expresiones y modos clásicos hacia un lenguaje más llano y esencial, siempre menos ligado a la poesía precedente, siempre más adherente a la voz del sentimiento. Lo que en sustancia, pone a Leopardi en la atmósfera de su tiempo, y en su obra es una particular manera con la cual, las nuevas ideas románticas se infiltran en la tradición espiritual y literaria italiana. Pero todo lo dicho anteriormente, necesariamente genérico y abstracto, les parecerá más claro a través de la lectura directa de la prosa y la poesía leopardiana, en donde podrán encontrar en síntesis el pensamiento de uno de los más grandes y más sugestivos poetas italianos.
Presento ahora, dos de sus más celebres poesías, El Infinito (Cappuccio, 1965, p.271-272), y A Silvia (Cappuccio, 1965, p. 279-284), que yo misma he traducido esperando no traicionar la esencia y el sentido de la poesía de Leopardi.ddddddddddddddddddddddddddd
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Laura Elena Villarreal Colmenares El Poeta Giacomo Leopardi
El Infinito
Siempre querido me fue este yermo monte
y este arbusto que por tantas partes
el último horizonte mirar impide.
Mas sentado, y mirando, interminados
espacios más allá, y un sobrehumano
silencio, y profundísimas quietudes
Yo finjo; donde por poco
se asusta el corazón. Y como el viento
oigo silbar entre estas plantas, yo ese
infinito silencio a estas voces
voy comparando: y recuerdo lo eterno
Y las estaciones muertas, y la viva
y presente, y su son. Así entre esta
inmensidad se anega mi pensamiento
y el naufragar me es dulce en este mar.
doxa 24