Biblioteca del padre de Leopardi
Laura Elena Villarreal Colmenares El Poeta Giacomo Leopardi
doxa 21
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uizá estas palabras dicen mucho más de lo que la realidad consiente, pero es también cierto que ni la poesía ni la actividad filológica requerida por el editor Stella fueron posibles en Leopardi. Buscó nuevos lugares y nuevos climas: después de un invierno transcurrido en Recanati (1826-1827), regresó a Bolonia, después se estableció en Florencia (junio-octubre de 1827), un año se refugió en Pisa.
Trabajar le era imposible y no logró darle a Stella en todo este período sólo un comentario a las Rimas de Petrarca. Único fruto moral de aquellos años, las queridas y gentiles amistades que encontró en Florencia, en el círculo de literatos y pensadores: allí conoció a Gino Capponi, a Manzoni, a Pietro Colletta, y volvió a encontrar a Giordani. Y lo más importante fue que regresó a la poesía, le surgieron espontáneos y vivos los ágiles versos del Resurgimiento y la canción A Silvia una de las mejores de sus líricas.
Regresó a Recanati como un vencido, sin más esperanza de poder salir (28 de noviembre de 1828). Precisamente entonces, en aquella desolada tristeza, le venían a la mente los más queridos y los más amargos recuerdos de su adolescencia y nacieron los grandes Idilios, quizá lo mejor de su creación poética: El pájaro solitario, Las remembranzas, La quietud después de la tempestad, El sábado de la aldea, El canto nocturno de un pastor errante del Asia.puuuuuuupppppppppppppp
Contra todas sus expectativas, su permanencia en Recanati fue breve, y fue también la última. En 1830 los amigos florentinos le ofrecieron la posibilidad práctica de residir en Florencia: y él aceptó, allí supervisó una edición de sus Cantos precedida por una dedicatoria A sus amigos de Toscana que es una de las páginas más conmovedoras y de sus prosas la más lírica.uuuuuuuuuuuuuuuuuuuii